Es Cantando bajo la lluvia un espectáculo grande, que no grandioso, inocente, jovial, visual, evocador de un recuerdo colectivo simpático, que no aspira más que a aportar alegría, que no es poco. Àngel Llàcer y Manu Guix han asumido el riesgo de que el referente nunca se sabe si puede ayudar o restar y han ido a por todas con complejidad técnica (incontables cambios de decorados, de vestuario y la lluvia bien presente), muchos aciertos, como proyecciones que aquí aportan y mucho y no son, como tantas veces, un simple ahorro en escenografía, y dos actores en estado de gracia. No acaban de funcionar, sin embargo, las incursiones de intérpretes a un palco (distraen sin más) y alguna caracterización, como la del […]