El último primer plano es un espectáculo donde el propio performer, a su vez, debe entregarse ante el espectador, en un círculo metalingüístico que es a la vez búsqueda del gesto, comedia de máscara y condena repetida.

Sinopsis

El 19 de mayo de 1962, en una gran fiesta organizada por el Partido Demócrata para recaudar fondos, Marilyn Monroe canta el cumpleaños feliz a John Fitzgerald Kennedy en el Madison Square Garden de Nueva York. Su vestido, tan ceñido que se desgarró levemente durante la velada, y que Marilyn llevó sin ropa interior, fue definido por algunos como la “ilusión de desnudez bordada de diamantes”. En 2016 se subastó por 4,5 millones de dólares, convirtiendo a MM. en el cadáver más rentable de la historia del cine.

Tres grandes iconos del cine, Gloria Swanson, Bette Davis y Marilyn Monroe, se entregan al mito como búsqueda y trascendencia, como sacrificio ante la necesidad de consumo del espectador, como máscara ante su propio tiempo y rostro diluido.

El yo de Marilyn desaparece. La necesidad de máscara se desgarra como su traje de aquella noche. Su rostro es ya el vacío. El público contempla el mito creado mientras devora patatas crujientes y llora su muerte antes de tomarse una hamburguesa en la franquicia de la esquina. Aun así, Marilyn susurra dulcemente su cumpleaños feliz y lucha por vestirse con los gestos (cientos) que flotan libres, al servicio de los hombres (millones) desde el principio de los tiempos.

Duración:
Idioma:
Castellano
Sinopsis

El 19 de mayo de 1962, en una gran fiesta organizada por el Partido Demócrata para recaudar fondos, Marilyn Monroe canta el cumpleaños feliz a John Fitzgerald Kennedy en el Madison Square Garden de Nueva York. Su vestido, tan ceñido que se desgarró levemente durante la velada, y que Marilyn llevó sin ropa interior, fue definido por algunos como la “ilusión de desnudez bordada de diamantes”. En 2016 se subastó por 4,5 millones de dólares, convirtiendo a MM. en el cadáver más rentable de la historia del cine.

Tres grandes iconos del cine, Gloria Swanson, Bette Davis y Marilyn Monroe, se entregan al mito como búsqueda y trascendencia, como sacrificio ante la necesidad de consumo del espectador, como máscara ante su propio tiempo y rostro diluido.

El yo de Marilyn desaparece. La necesidad de máscara se desgarra como su traje de aquella noche. Su rostro es ya el vacío. El público contempla el mito creado mientras devora patatas crujientes y llora su muerte antes de tomarse una hamburguesa en la franquicia de la esquina. Aun así, Marilyn susurra dulcemente su cumpleaños feliz y lucha por vestirse con los gestos (cientos) que flotan libres, al servicio de los hombres (millones) desde el principio de los tiempos.

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