Johnny Chico

Johnny Chico fue escrita por el dramaturgo Stephen House en los años noventa, aunque por desgracia su temática todavía está vigente. De hecho, cuando el actor Víctor Palmero se puso en contacto con él para pedirle el texto, el dramaturgo le ofreció obras más recientes.

Johnny Chico es una historia contada desde la sinceridad y la honestidad. En un solo escenario viajamos por una montaña rusa emocional que nos llevará por diversas localizaciones. Sin quererlo, la obra nos da una gran lección sobre la dificultad de la búsqueda de la identidad por la gente homosexual en un contexto tan hostil. Con sólo un solo actor la obra logra crear el retrato de una sociedad homófoba y reprimida. El actor Víctor Palmero nos demuestra una energía desbordante para interpretar, no uno, ni dos, sino varios personajes que nunca dejan el escenario vacío. Se trata de un personaje muy complejo y con muchas capas que el actor nos va mostrando a medida que avanza la obra. Aunque la iluminación tiende a ensombrecer la escena y, en ocasiones, es difícil ver la cara del protagonista, toda la puesta en escena nos transporta a las sensaciones que vive el mismo personaje en cada momento.

Sin duda, una obra con frases impresionantes pero, con mucha verdad y teñido de momentos muy cómicos.

Johnny Chico es un monólogo de Stephen House que se estrenó el 1994 en Canberra (Australia). Más de 25 años más tarde la obra cayó en manos del actor Víctor Palmero, que consideró que los temas planteados en el texto todavía eran vigentes y, desgraciadamente, actuales. El monólogo nos habla de familias desestructuradas, abusos en la infancia, violencia familiar, homofobia e identidad de género, entre otros temas. Y lo hace todo a través de un único personaje que pasa por múltiples peripecias, todas ellas dolorosas y reveladoras. Palmero se pone en la piel de Johnny y afronta con valor un tour de force con el que pocos actores se verían capaces. Durante los 80 minutos que dura el espectáculo lo vemos desdoblarse en los interlocutores del protagonista, lo vemos sufrir y desesperarse, pero también cantar como vedette de un club nocturno.

El monólogo de House puede caer a momentos en cierto tremendismo y parecer que se instala en el drama más desaforado, pero esto no nos tiene que hacer perder de vista que historias como la explicada son reales y pasan también cerca de nuestras casas. A pesar de que se podría haber sido más sutil en algunos aspectos, este no era el objetivo ni la intención. Johnny Chico quiere ser un revulsivo, un puñetazo que nos haga pensar en la violencia homófoba, y justo es decir que esto lo consigue sobradamente.

Johnny Chico plantea uno de los conflictos más duros y difíciles de la vida: aceptarse tal y como uno es, pero ¿qué pasa cuando lo que eres es lo que siempre has odiado? Cuando te miras al espejo y no te reconoces porque lo que ves reflejado en él son todos los prejuicios de una sociedad retrógrada donde los niños no lloran y las niñas son objetos de deseo.

La obra de Stephen House dirigida por Eduard Costa nos plantea un debate sobre los roles de género, sobre la forma de amar del hombre, esa que se imponen porque un hombre de verdad no siente, no quiere ser amado, es rudo. Nos habla del amor entre personas del mismo sexo, pero sobre todo nos habla del amor hacia uno mismo, de ese proceso de aceptación que duele, desespera y en ocasiones agota, pero ¿cómo se puede uno aceptar cuando la sociedad le rechaza constantemente?

Víctor Palmero nos hace transitar hasta los lugares más oscuros de Johnny, nos enfrenta a nuestros miedos y a nuestros propios prejuicios, de su boca escuchamos frases cargadas de un odio y de un dolor que nos golpean fuerte porque o bien hemos sentido esas frases en nuestra piel o bien las hemos dicho en algún contexto. La interpretación de Víctor, es brutal a nivel tanto corporal como gestual, nos hace amar y compadecernos de Jonnhy incluso en sus momentos más incómodos, junto a esta interpretación cabe destacar el espacio sonoro creado por Juanjo Ballester que ayuda al espectador a meterse más en aquellos callejones y en la emoción del protagonista.

Johnny Chico es una obra dura, que duele, pero que lucha por una visibilidad y por una concienciación social e ideológica, podéis verla los sábados de noviembre en el Teatro Lara a las 22:30. 

 

Johnny Chico es un sobrecogedor drama que nos cuenta la historia de un joven que lucha por hallar su propia identidad. El texto sirve además para cuestionar y hacer tomar conciencia de conceptos mal entendidos como la masculinidad/virilidad y las terribles consecuencias que ello acarrea tanto para hombres como mujeres, heterosexuales y homosexuales. Y es que muchos de los problemas machistas y homófobos se derivan en gran parte de esto. Como dije una vez: educar en una masculinidad sana, libre de prejuicios y demostraciones, es probable que posibilite el cambio hacia una igualdad real, una igualdad donde no tengamos que sentirnos agradecidos los que tanto tiempo hemos sido silenciados/ridiculizados. Emma Watson lo expresó en la ONU con las siguientes palabras: «No es frecuente que hablemos de que los hombres están atrapados por los estereotipos de género, pero veo que lo están. Y cuando se liberen, la consecuencia natural será un cambio en la situación de las mujeres. Si los hombres no necesitaran ser agresivos para ser aceptados, las mujeres no se sentirían obligadas a ser sumisas. Si los hombres no tuvieran la necesidad de controlar, las mujeres no tendrían que ser controladas. Tanto los hombres como las mujeres deberían sentir que pueden ser sensibles. Tanto los hombres como las mujeres deberían sentirse libres de ser fuertes».

Víctor Palmero demuestra su enorme talento y versatilidad al encarnar a diversos personajes. En una sociedad que sigue condenando la homosexualidad y la plumofobia (en verdad todo lo que "apesta" a diferente), la pieza se hace ahora más necesaria que nunca.

La cartelera teatral madrileña se ha caracterizado siempre por la variedad de sus propuestas y por dar cabida a historias comprometidas con la causa lgtbi. Precisamente este año he podido disfrutar de otros cuatro montajes que inevitablemente han resonado en mi cabeza viendo el de Johnny Chico: Orgullosos, JuguetesRotos, Elgé o La maldición de los hombres Malboro.

 

Las obras como Johnny Chico son simplemente necesarias.

Creo que podría acabar mi recomendación solo con esa frase, básicamente para no dar más pistas y que cada persona que vaya a verla la disfrute y se emocione a su manera. Hay que ir a verla, hay que dejar que te atraviese y dejarte llevar por el viajazo emocional que propone esta valiente, y desgraciadamente actual, propuesta.

Pero si necesitáis más argumentos, os diré que Víctor Palmero, como único actor en escena, pero con el que vemos algo como una decena de personajes, está majestuoso: te hace disfrutar, sufrir, emocionarte, llorar, reír a carcajadas... Se desnuda emocionalmente ante el patio de butacas, se deja la piel en cada escena... durante hora y media, con una energía que no decae en ningún momento y un trabajo de movimiento muy bien cuidado, nos cuenta la historia de una persona que no encaja, que tiene que escapar una y mil veces de situaciones extremas, en busca de su identidad, de quién es o de quién quiere ser. Todo ello dirigido de manera brillante por Eduard Costa.

Mención especial merece la escenografía, sonido e iluminación, que te transportan conjuntamente en cada momento a cada rincón de la vida de Johnny, sin dejar pasar ni un solo detalle.

La obra es del autor australiano Stephen House, y al darle los derechos para representarla a Palmero le comentó si no quería "una obra suya más actual" (el texto es de los 90). Realmente no podría estar ahora mismo más vigente. Un soplo de realidad que todo el mundo debería ver, ya que muchas veces el punto de vista de cada persona es tan solo una opinión sesgada que puede cambiar y generar una mirada más amplia cuando nos ponemos en la piel de otra persona y quizás, con esta obra, cambiemos pensamientos y opiniones. Una obra de la que es imposible salir igual que has entrado, tiene un halo transformador brutal.

He tenido una catarsis emocional viendo, Johhny Chico. Víctor Palmero en este monólogo en el que representa a varios personajes me ha dejado sin palabras, en silencio, en shock. Johhny Chico es un monólogo en el que las emociones salen disparadas en todas las direcciones, sin filtros, sin medias tintas. Víctor Palmero llevará al espectador de la mano y hará que este se ponga en su piel y que sienta las mismas emociones que él, sin ser consciente de esto ¿o sí?Pocas veces me pasa, pero Víctor me ha hipnotizado, me ha seducido y ha hecho que me emocionase en algunos momentos. Creo que el actor tras hacer cada función se queda exhausto, ya que se desnuda ante el espectador de tal forma que abruma. El texto es tan profundo como superficial, es decir, hay cosas que nos narra que son banales, que son cosas cotidianas, pero que uniendo esta parte a la más íntima, a la parte más familiar, más del "yo escondido" hace que en su conjunto sea un texto lleno de capas, recovecos... Víctor es un actor camaleonico, es un actor soberbio y hacer sentir al público como lo hace es muy difícil.He sentido lo que él siente en escena, me ha sabido traspasar todo y eso no lo hace cualquiera.