La masa… no es simplemente una masa. Tiene vida, respira, se mueve, aprende a andar y ¡quiere ser! ¡Un ser! Así nace un niño. Todo a su alrededor es nuevo y excitante. Quiere ver el mundo, pero… Primero hay que crecer. Y los niños crecen mientras duermen. En el sueño empieza el viaje para conocer el mundo y para al final volver de donde había partido. Pero lo importante es el mismo viaje, es el camino que hace a uno ser más sabio. Volviendo ha aprendido que el único sentido que tiene el viaje es servir a los demás. Se prende un fuego, que le hace más fuerte y rico. El olor de Pan recién hecho envuelve al público.

Sinopsis

Cuando emprendes un viaje, nunca sabes lo que te vas a encontrar. Lo único seguro es que еl aire te va a acariciar para que respires hondo y sigas adelante, un trago de agua calmará tus pensamientos, la luz te ayudará a ver las cosas claras, y la tierra siempre estará debajo de tus pies para apoyarte. ¿Siempre? Bueno, no siempre. Hay tierra que llevamos con nosotros. Nuestra tierra. Y vayas donde vayas, siempre va contigo.

Un viajero llega a un sitio bonito y tranquilo, en un pequeño atadillo lleva su tierra. Busca sitio donde plantar la semilla. Pero la semilla no puede crecer sola. Necesita ayuda. Un rayo del sol que le caliente, el aire que le acaricie, el agua que le dé de beber y la tierra que le dé de comer. Y entonces solo hay que esperar…

Uno por uno salen los tiernos brotes verdes del trigo, que se convierten en trigos dorados y llenan todo el escenario, llega el tiempo de cosechar, de moler, de amasar.

Duración:
Idioma:
Castellano
Edad:
A partir de 5 años

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Sinopsis

Cuando emprendes un viaje, nunca sabes lo que te vas a encontrar. Lo único seguro es que еl aire te va a acariciar para que respires hondo y sigas adelante, un trago de agua calmará tus pensamientos, la luz te ayudará a ver las cosas claras, y la tierra siempre estará debajo de tus pies para apoyarte. ¿Siempre? Bueno, no siempre. Hay tierra que llevamos con nosotros. Nuestra tierra. Y vayas donde vayas, siempre va contigo.

Un viajero llega a un sitio bonito y tranquilo, en un pequeño atadillo lleva su tierra. Busca sitio donde plantar la semilla. Pero la semilla no puede crecer sola. Necesita ayuda. Un rayo del sol que le caliente, el aire que le acaricie, el agua que le dé de beber y la tierra que le dé de comer. Y entonces solo hay que esperar…

Uno por uno salen los tiernos brotes verdes del trigo, que se convierten en trigos dorados y llenan todo el escenario, llega el tiempo de cosechar, de moler, de amasar.

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