Llega un nuevo estreno absoluto en el Teatro Lara: se trata de la obra El Mensaje, escrita y dirigida por Ramón Paso. Tras un año en el que, a pesar de haber pasado el covid llegando a estar hospitalizado, ha tenido la suerte de no parar de trabajar. El dramaturgo y escritor reflexiona en los pasillos del teatro de Malasaña sobre la responsabilidad social del teatro, el papel clave de la comedia y nos destapa algunos de sus próximos proyectos en cartera, de la mano de su compañía PasoAzorín Teatro. Una cosa queda clara, detrás del telón, no queda glamour ni brillantina, sólo una profunda vocación y trabajo incansable.
Teatro Madrid-: Perteneces a una gran dinastía de escritores, ¿Cómo te inspira este linaje?
Ramón Paso-.: Sobre todo impresiona, miras atrás e impresiona. Recuerdo que en 2º de EGB había una profesora que, cuando tenía una falta de ortografía, me gritaba: “¡Tu abuelo seguro que no tenía!”. Para mí, sobre todo Jardiel, que es con el que he tenido más relación, siempre ha sido un referente. El peso del destino me lo impongo yo.
T.M.- ¿Cómo entiendes, en este contexto de crisis actual, la labor de un escritor?
R.P-.:El teatro tiene que hacerse eco de las ideas de su tiempo. Debe divertir, entretener, hacer que el público se evada de las realidades hostiles, pero que le quede una pizca de pinchazo en el cerebro, un mimo, unas cosquillitas para que te vayas a casa habiéndote divertido y compartido un espacio en comunidad, pero pensando también qué hubiera hecho yo en esa situación.
T.M.- ¿Cómo has vivido este último año de caos en lo personal y profesional?
R.P-.: Está todo muy unido, el año pasado por estas fechas yo estaba ingresado con Covid, con una mascarilla. Hoy estamos preparando un estreno, con un equipo tremendo y un montón de retos. Hace un año, el reto era poder ducharme sin ayuda. Siempre se ha hablado de si saldremos mejores personas de esta pandemia, creo que sí, para los que hemos tenido la capacidad de entenderlo. Lo importante es respirar, moverse, abrazar a la gente que quieres. Importante es reunirse en comunidad, entorno a las ideas, y eso es lo que se hace en el teatro.
T.M.- En una temporada tan compleja para la cultura, supongo que un estreno absoluto te hace sentir un privilegiado.
R.P-.: Tengo la suerte tremenda de que el 14 de julio ya estábamos estrenando en este teatro Sueños de un seductor; el 29 de agosto, El Móvil; luego volvimos con La importancia de llamarse Ernesto. Así es que hemos estado muy activos. Al mismo tiempo se ha estrenado La Cuenta, de Clément Michel y con versión mía. Sobreviví al Covid después de estar muy enfermo y, de pronto, el 28 de diciembre suena el teléfono y es Antonio Fuentes para pedirme una obra nueva, en la que estuvieran las chicas y con una estrella que me gustara. Sugerí a Natalia Millán y me contestó: “Fantástico, llámala”. Me siento un privilegiado absoluto. Tengo la suerte de que Antonio está loco y se mete en este fregado, y que yo le sigo encantado de la vida.
T.M.- Es suerte y mucho trabajo también, ¿no?
R.P-.: Ana, Inés, Ángela Peirat y yo trabajamos muchísimo. En nuestra profesión da la sensación de que es todo muy bonito. Lo es, es vocacional y nos encanta lo que hacemos, pero yo llevo trabajando desde diciembre 14 horas diarias. Los grandes sueldos y el lujo son para Hollywood, aquí la mayoría de los dramaturgos se mueren de hambre y la mayoría de los actores lo pasan fatal. El glamour de las alfombras rojas no es nuestra realidad.
T.M.- ¿Qué se nos contáis desde «El Mensaje»?
R.P-.: Hay una frase que me encanta y es “cuando el dinero entra, dios sale por la puerta”. El dinero era simplemente un código para cuantificar una tasación, hoy se ha convertido en el fin último, hay gente que lo amasa sin más. El Mensaje va de sentimientos, de verdades, de todo eso que no te dices en familia porque te quieres tanto que “qué más da, ya lo diré en su momento”. Y al final nunca se dice. El Mensaje va de pedir perdón, de decir lo siento, de lo ridículos que somos y de cómo a veces hacemos un mundo de tonterías. Al final, vemos si pesa más el cariño en una familia o un millón de euros.
T.M.- Grandes temas para proponerlos desde la risa y el humor.
R.P-.: La comedia es el género definitivo, es lo más difícil. Aunque hay dramáticos maravillosos. Para criticar esta sociedad mercantilista, frívola y estúpida, en la que se te cuantifica por cuánto ganas y tienes, la comedia es la forma ideal para reírse de todo eso y dar un mensaje de optimismo.
T.M.- Estrenas de nuevo en el Lara, espacio con el que compartes una larga relación…
R.P-.: Esta colaboración tiene un largo recorrido, en 1927, Jardiel Poncela estrena por primera vez en el Lara. Mi madre, cuando me tenía en la tripa, estaba trabajando aquí. Este teatro lo llevo en la sangre mucho más de lo que yo mismo sabía. Además he tenido la suerte de encontrarme con Antonio, que nos ha protegido como compañía, ha creído en nuestro proyecto y nos ha dado oportunidades. Es un ser humano excepcional, una de las personas más inteligentes, preparadas y soñadoras que hay en esta profesión.
T.M.- ¿Cómo es trabajar de la mano de un proyecto como PasoAzorín Teatro?
R.P-.: Es un proyecto que sale entre Ana Azorín y yo, luego se incorpora Inés Kerzan como socia, y Ángela Peirat como actriz. Cuando escribo, la primera que lo lee es Ana Azorín, es un trabajo conjunto y una relación muy bonita la que se ha establecido.
T.M.- Es muy interesante la perspectiva profeminista de esta compañía. ¿Cómo te alías y comprendes la psicología femenina?
R.P-.: Tengo una comprensión del ser humano, porque me dedico a escribir, nada me es ajeno. No es una cuestión de que todas las obras hablen de mujeres, sino que en todas las obras hay una preeminencia femenina y, en este campo de batalla, estamos muy cómodos. Somos una compañía con apertura mental en la que se pueden compartir todo tipo de ideas, sin encontrarte un “no” por respuesta.
T.M.- ¿Cómo ha sido el fichaje de Natalia Millán al proyecto?
R.P-.: La conocí en la obra El mercader de Venecia, de Denis Rafter, y me quedé prendado de ella. Es muy difícil encontrar una interpretación graciosa de Shakespeare, ella hacía saltar las palabras en su boca y pensé que tenía un gran talento. Pasado el tiempo, me puse en contacto con ella cuando surgió la oportunidad de hacer El Mensaje. Es una mujer muy inteligente, creativa, ha sido un proceso muy divertido.
T.M.- ¿Qué proyectos y sueños vienen para el corto medio plazo?
R.P-.: El Mensaje nos ha fagocitado, pero he empezado a escribir un proyecto sobre mi etapa en la tele, un medio en el que trabajé doce años y que te exprime el alma lentamente. Se llamará Temporada de Brujas, sólo sé eso, y que estarán Ana, Inés y Ángela.
Entrevista: Noelia Barrientos