Con la hipocondría como enfermedad de la modernidad en el telón de fondo, la adaptación de Josep Maria Flotats de la última comedia escrita por el dramaturgo francés Molière, El enfermo imaginario, es un relato exquisito, ingenioso, actual y superado con nota en su estreno en el Teatro de la Comedia del madrileño Barrio de las Letras. Con el propio Flotats incluido en el elenco, el resto de actores -entre los que destaca una brillante Anabel Alonso o un Rubén de Eguía cantarín en el papel de enamorado- no sólo dan la talla sino que, de una forma impecable casi natural, encuentran su espacio para dibujar con trazo fino y personal los entresijos de un clásico conocido, pero que siempre necesita ser rescatado para contar desde el ayer la realidad de nuestra época contemporánea. Música, engaños, negados que no quieren ver, las dos horas de función son una razón deliciosa para apostar por el teatro clásico que todo lo cuenta y todo lo sabe y, por supuesto, disfrutar de un enclave tan único como la sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
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