Una mirada sobre el público en el Día Mundial del Teatro

Irene Herrero
Celebramos el Día del Teatro mirando al patio de butacas, al público. // Foto: Felix Mooneeram (Unsplash)

Celebramos el Día del Teatro mirando al patio de butacas, al público. // Foto: Felix Mooneeram (Unsplash)

El día 27 de marzo se celebra el Día del Teatro y, aunque normalmente nos ubicamos en primera fila para observar atentamente lo que sucede sobre el escenario, en esta ocasión especial, nos hemos querido girar y mirar hacia el otro lado: el patio de butacas. Después de dos años de pandemia y con una actualidad informativa que parece anunciar una catástrofe tras otra, resulta sorprendente y esperanzador que el pública siga ahí, fiel y atento a los estrenos, ávido de historias para reír y llorar, necesitado de conversación y encuentro, con ganas de ponerse frente al espejo para hacerse preguntas o, simplemente, para distraerse un rato.

El teatro es un trabajo en equipo y nos gusta destacar siempre que podemos oficios como el de las técnicas de sala, regidores, acomodadoras, taquilleros, diseñadoras de escenografía, de luces, de espacio sonoro, de video escena… Detrás de las firmas reconocidas de dramaturgos, directoras y actores, hay un sinfín de profesionales que levantan el espectáculo cada día. Sin embargo, la hazaña no termina ahí. Al otro lado de la cuarta pared, en la penumbra y con los ojos muy abiertos, ahí está el público. Como no existiría teatro con un patio de butacas vacío, ponemos el foco en los espectadores para entender cómo es el público de la ciudad de Madrid y cómo los teatros abordan la programación y la comunicación en relación a estos grandes amigos (y, a veces, también, grandes desconocidos). Como decía Larra «¿Quién es el público y donde se encuentra?».

El público madrileño

En los últimos años Madrid se ha convertido en una de las capitales del mundo más importantes para el sector de los musicales, pero no solo eso. Antonio Rincón-Cano, responsable de comunicación del Teatro Lara, nos cuenta que «Madrid es una ciudad de ocio cultural: tiene musicales, teatros comerciales, teatro de autor, exposiciones» y afirma que «a ese público hay que cuidarlo mucho, gran parte de nuestro público es de fuera de la ciudad».

Hablamos también con Paloma Fidalgo, que ha formado parte del equipo de comunicación de proyectos como Teatros del Canal, Teatro de la Abadía, el Festival de Teatro Clásicos en Alcalá y actualmente es la responsable de comunicación y prensa en el Teatro del Barrio. «Yo diría que el público de Madrid es muy abierto y muy diverso. Creo que sí que hay diferencias entre el público de una ciudad grande acostumbrado a tener mucha oferta y el público de ciudades más pequeñas, donde no llegan tantas cosas y tienen otros hábitos» reflexiona Fidalgo.

La periodista, que lleva muchos años dedicándose a la comunicación teatral, considera «que la forma en que ha cambiado el público tiene que ver con los cambios que ha experimentado también el propio teatro«. «Hay una parte lógica que tiene que ver con un rejuvenecimiento de los públicos y los creadores, pero también el audiovisual y las redes sociales han modificado los formatos y las duraciones, estoy pensando en los monólogos, por ejemplo» apunta.

«El desafío para cualquier institución escénica es crear una relación estable con las audiencias, un vínculo»

Jesús Cimarro, productor teatral y director de Pentación Espectáculos, afirma que el reto es «llegar a más público» y Ana Belén Santiago, directora artística del Teatro del Barrio, especifica que «el desafío para cualquier institución escénica es crear una relación estable con las audiencias, un vínculo» y añade que «a nivel sectorial el desafío es estructural: generar el valor social que tiene la cultura y las artes escénicas». «El problema es que somos muy vulnerables a que una persona compre una entrada y esto es grave para la salud de una sociedad democrática porque si nos extinguimos, se extinguen voces y se acaba la pluralidad» plantea Santiago.

¿Teatro para todos y todas?

Cuando hablamos sobre público, resulta natural preguntarse ¿estamos haciendo teatro para todos y todas o nos estamos dejando a algunas personas fuera? En esta línea, Ana Belén Santiago afirma que «no existe una barrera de acceso cognitiva, el desafío real es llegar a toda esa gente que piensa que el teatro no es para ellos». Cimarro plantea que, desde Pentación, «intentamos cubrir todo el abanico de público, porque no solo hay uno, hay muchos, e intentamos producir espectáculos que puedan llegar al máximo posible de gente». En cuanto al cómo propone: «Mezclar títulos, repartos e historias que puedan interesar, pero no es fácil porque los gustos del público son muy diversos».

«Intentamos cubrir todo el abanico de público, porque no solo hay uno, hay muchos»

«En el Teatro Lara tenemos una política de precios populares; otros creen que eso es bajar la calidad la cultura, pero yo creo que la cultura tiene que ser accesible a todo el mundo. Lo bueno de Madrid es que tiene oferta para todos los tipos de público» plantea Rincón-Cano. Sobre la barrera económica, en el Teatro del Barrio buscan vías como invitar a grupos de asociaciones etc. nos explica su directora.

La multiprogramación

Un viernes cualquiera, como podría ser este, la cartelera madrileña ofrece más de 120 espectáculos en cartel. ¿Se nos ha ido de las manos la multiprogramación? «Cimarro ha empezado a programar los lunes en el Teatro Bellas Artes cosas que programamos en el Teatro del Barrio, está Alberto San Juan y va a estar Bob Pop. El CDN ha empezado a programar espectáculos a las 12h de la mañana en el fin de semana, el WiZink Center ha programado a las chicas de Estirando el Chicle. Hay un tsunami de propuestas en vivo y quienes son más fuertes comercialmente están ampliando su rango de actividad, por horarios, por formatos… La sensación final, que creo que los datos respaldarían, es una hiperinflación de oferta muy grande» nos cuenta Ana Belén Santiago.

Imagen del espectáculo teatral 'Lorca en Nueva York' en el Teatro Bellas Artes.

Imagen del espectáculo teatral ‘Lorca en Nueva York’ en el Teatro Bellas Artes.

Rincón-Cano, entre risas, admite que «Madrid tiene una multiprogramación a lo bestia y el Teatro Lara tiene una programación a lo bestia también y es muy difícil, no te voy a mentir». «El departamento de audiencias del teatro trabaja mucho con segmentación de públicos y sabemos que no todo el mundo va a verlo todo». Sobre cómo elaborar una programación con una audiencia tan amplia, nos explica que «el director del Teatro Lara, Antonio Fuentes, recibe directamente la información de redes sociales y de nuestra herramienta de email marketing y eso le ayuda a perfilar la programación».

«El que está interesado en el teatro se entera de las cosas y tiene sus referencias»

Paloma Fidalgo ofrece una perspectiva algo más optimista: «el que está interesado en el teatro se entera de las cosas y tiene sus referencias«. Aunque puntualiza que «el público tiene que tener un papel muy activo y es muy complicado elegir y no da ni el tiempo ni la economía para verlo todo.

Dónde están los jóvenes

Cuando parece que la edad media de los teatreros sube y sube como la espuma, el Teatro Lara presume de contar con la edad media de público más baja de la ciudad y Antonio Rincón-Cano trata de explicar esta curiosidad: «hay algo de azaroso, no de suerte, pero sí de azar en el fenómeno de La llamada y de todo lo que se ha generado a su alrededor (La pilarcita, Las cosas extraordinarias…). También, gracias al abono que tenemos, la gente más joven puede venir por poco dinero y decidiendo el plan que quiere hacer en el último momento».

"La Llamada" en el Teatro Lara se ha convertido en un reclamo para el público más joven.

«La Llamada» en el Teatro Lara se ha convertido en un reclamo para el público más joven.

Para Cimarro «los jóvenes son el futuro e intentamos captar a esos jóvenes de 18 a 30 años con historias que les puedan interesar, pero tienen muchas formas de ocio con las que competimos». Paloma Fidalgo admite que es una cosa que le quita muchísimo el sueño y destaca que en los últimos años se ha perdido la figura del crítico teatral al que los jóvenes no tienen en cuenta: «antes voces como Rosana Torres eran capaces de genera una corriente de opinión». «Ahora tiene mucha más influencia el boca-oreja» destaca y explica que «el año pasado hubo un caso muy paradigmático con Jabalí en la Abadía, era de un director iberoamericano que nadie tenía referencias, pero era un trabajo tan excelente, que se corrió mucho la voz.

El reinado de los temas y las redes sociales

«Si algo distingue este momento es la preeminencia de los temas» defiende Fidalgo y añade que «es fácil que los medios de comunicación saquen algo que va conectado con la actualidad, pero nuestro reto es comunicar para poner en valor el contenido artístico de lo formal». Los temas y el propio contenido de la obra son una forma de llegar a nuevos públicos también. Ana Belén Santiago recuerda que el montaje Contarlo para no olvidar, sobre reporteros de guerra, llamó la atención de muchos periodistas que no suelen acudir al teatro. También nos cuenta la anécdota de una obra de teatro argentina sobre fútbol, El Trinche, a raíz de la cual se celebró un coloquio con el exentrenador Jorge Valdano. «Es uno de los hitos del Teatro del Barrio: Valdano haciendo un encuentro con el público» bromea la directora.

Imagen de El Trinche, en el Teatro del Barrio.

Imagen de El Trinche, en el Teatro del Barrio.

Santiago admite que cuando hay personas en el equipo con redes sociales potentes es algo que se nota en la taquilla, aunque reconoce que ella no tiene redes sociales y «creo que el Teatro del Barrio hace bien estando lejos de estos criterios, pero la verdad es que funcionan». Por su parte, Fidalgo, que la apoya en el equipo desde la comunicación apunta sobre las redes sociales «que los prescriptores en redes sociales se perciben con mayor sinceridad y autenticidad que la crítica tradicional».

Un mensaje para el público

Tras dos años de noticias apocalípticas, el público sigue ahí. Aunque Santiago piensa que «la gente no va al teatro como antes», el responsable del Teatro Lara comenta que sus datos sí indican que los espectadores repiten más a menudo.

Les pedimos a todos que se despidan dejando unas palabras para el patio de butacas. Cimarro le habla a su público y le pide «que venga y disfrute de una tarde o una noche en un tempo de la cultura que es un teatro, que no tengan miedo, que no se van a aburrir, que van a disfrutar».

«El telón se levanta y las luces se encienden porque hay un espectador en la butaca, le debemos todo al público»

«Al público del Teatro Lara le tenemos que dar las gracias porque fuimos el primer teatro privado que subió el telón y la respuesta en la primera semana fue desbordante. El telón se levanta y las luces se encienden porque hay un espectador en la butaca, le debemos todo al público, así que ¡gracias!» se despide Antonio Rincón-Cano.

«Yo creo que los teatros tenemos la preciosa misión de ser el puente o la bisagra entre la compleja y fantástica mente de las artistas y la sociedad. Esta conversación sobre cómo llegar es nuestra misión principal» nos cuenta Ana Belén y se despide con una declaración de amor: «Que exista el público nos da sentido a los teatros. Un espacio escénico con el patio de butacas vacío es un fracaso emocional, espiritual, tiene el corazón a medias. Al público le diría lo mismo que a un amante: nuestra vida cobra sentido porque estás ahí

Escrito por
Irene Herrero

Soy periodista, aunque me dedico también al marketing y la comunicación cultural. En los últimos me he atrevido a dar el paso hacia la dramaturgia y la dirección escénica y creo que ha sido amor a primera vista.

Creo en el poder transformador de las historias y nunca salgo de casa sin mi cuaderno.

Artículos relacionados
Comentarios
Sé el primero en dejar tu comentario
¡Enlace copiado!