Acaso cuerpos es el nuevo espectáculo de Antonio Quiles.

Sinopsis

Año 2093. Se han cumplido las peores profecías. El contexto es el más lamentable posible y muestra una sociedad desarticulada y abandonada a su suerte. En el escenario, un cuerpo solo, incomunicado y febril intenta sobrevivir en esas condiciones, aunque a priori no sepa muy bien por qué o para qué.

Acaso Cuerpos es un solo de danza contemporánea y Butoh donde se deja hablar al cuerpo en estos tiempos en el que la presencialidad, la corporalidad y los abrazos están siendo sustituidas por la virtualidad y la distancia física y social.

Si creemos, como dice Paul Valery, que «un cuerpo tiene, por su simple fuerza y por su acto, poder bastante para alterar profundamente la naturaleza de las cosas», ¿Qué le ocurre a un cuerpo que pareciera negado de su capacidad?. A un cuerpo despojado de poder, de soberanía, de potencialidades, a un cuerpo vedado, fraccionado, coartado. ¿Sigue teniendo esa fuerza intrínseca, ese poder resonador, esa capacidad de generar cambios a través de la empatía? Vivimos en una sociedad formada por cuerpos desautorizados, olvidados, objetivados, condenados e inútiles. Así, como si fueran cuerpos que han olvidado su fuerza, su poder y su belleza, cuerpos ausencia de sociabilidad, en la pérdida de la noción de comunidad,

Pero hay todavía cuerpo, cuerpo deseante, excesivo, indócil, que escapa a todo intento de reducirlo a un deshecho, de encuadrarlo en un espacio fijo, de inmovilizarlo. Cuerpos que todavía pueden sentir y que aún se mueven, resuenan y vibran. Cuerpos capaces de transformar y de incidir activamente en la variación de su entorno.

Y mientras haya cuerpo, hay esperanza.

Duración:
Sinopsis

Año 2093. Se han cumplido las peores profecías. El contexto es el más lamentable posible y muestra una sociedad desarticulada y abandonada a su suerte. En el escenario, un cuerpo solo, incomunicado y febril intenta sobrevivir en esas condiciones, aunque a priori no sepa muy bien por qué o para qué.

Acaso Cuerpos es un solo de danza contemporánea y Butoh donde se deja hablar al cuerpo en estos tiempos en el que la presencialidad, la corporalidad y los abrazos están siendo sustituidas por la virtualidad y la distancia física y social.

Si creemos, como dice Paul Valery, que «un cuerpo tiene, por su simple fuerza y por su acto, poder bastante para alterar profundamente la naturaleza de las cosas», ¿Qué le ocurre a un cuerpo que pareciera negado de su capacidad?. A un cuerpo despojado de poder, de soberanía, de potencialidades, a un cuerpo vedado, fraccionado, coartado. ¿Sigue teniendo esa fuerza intrínseca, ese poder resonador, esa capacidad de generar cambios a través de la empatía? Vivimos en una sociedad formada por cuerpos desautorizados, olvidados, objetivados, condenados e inútiles. Así, como si fueran cuerpos que han olvidado su fuerza, su poder y su belleza, cuerpos ausencia de sociabilidad, en la pérdida de la noción de comunidad,

Pero hay todavía cuerpo, cuerpo deseante, excesivo, indócil, que escapa a todo intento de reducirlo a un deshecho, de encuadrarlo en un espacio fijo, de inmovilizarlo. Cuerpos que todavía pueden sentir y que aún se mueven, resuenan y vibran. Cuerpos capaces de transformar y de incidir activamente en la variación de su entorno.

Y mientras haya cuerpo, hay esperanza.

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