Añoranza y siesta es un abrazo y un golpe donde más duele para recordarnos que detrás de los tópicos existe mucho de lo que mofarse, pero otro tanto que revisar. Una utopía ibérica creada por Eva Mir.

Sinopsis

Nuestro país, tal y como lo conocemos, ha sufrido La Separación. Nuestros escasos puntos de acuerdo nos han llevado a partir España por la mitad y crear una frontera que nos salve del choque. Esta utopía ibérica refleja la nueva realidad nacional en la que conviven, por un lado, los habitantes de Es y por otro los de Paña.

Añoranza y siesta es el retablo de esta nueva realidad. Una pedanía que se encuentra en mitad de las dos Españas, un bar clandestino en el que ya se empiezan a dar encuentros entre habitantes opuestos, un día al año de tregua oficial que nos permita discutir como tanto echamos de menos… pero también nos remontamos a tiempos de Napoleón, cuando las tensiones entre hijos de un mismo país comenzaron a desencadenarse.

Desde hace un tiempo, los días de lluvia en nuestra tierra se han convertido en milagros extra cotidianos. Las frases como “joder, cómo aprieta” o “van a ser cuatro gotas” abogan por la unión. Nada nos une tanto como algo que cae del cielo sin nuestro permiso y nos recuerda que no todo lo podemos controlar, que a veces no somos más que hormiguitas recogiendo ropa tendida antes de que nos alcance la tormenta.

Duración:
Edad:
A partir de 16 años

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Sinopsis

Nuestro país, tal y como lo conocemos, ha sufrido La Separación. Nuestros escasos puntos de acuerdo nos han llevado a partir España por la mitad y crear una frontera que nos salve del choque. Esta utopía ibérica refleja la nueva realidad nacional en la que conviven, por un lado, los habitantes de Es y por otro los de Paña.

Añoranza y siesta es el retablo de esta nueva realidad. Una pedanía que se encuentra en mitad de las dos Españas, un bar clandestino en el que ya se empiezan a dar encuentros entre habitantes opuestos, un día al año de tregua oficial que nos permita discutir como tanto echamos de menos… pero también nos remontamos a tiempos de Napoleón, cuando las tensiones entre hijos de un mismo país comenzaron a desencadenarse.

Desde hace un tiempo, los días de lluvia en nuestra tierra se han convertido en milagros extra cotidianos. Las frases como “joder, cómo aprieta” o “van a ser cuatro gotas” abogan por la unión. Nada nos une tanto como algo que cae del cielo sin nuestro permiso y nos recuerda que no todo lo podemos controlar, que a veces no somos más que hormiguitas recogiendo ropa tendida antes de que nos alcance la tormenta.

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