66 ejercicios de estilo no llega nunca a ser pieza escénica y su esencia está en que se queda en el borrador, en el esbozo, invitando al público a completar e imaginar el clímax que no existe. 66 variaciones entre lo formal y lo estilístico hasta crear una suerte de historia viva de la dirección escénica
Sinopsis
¿Es posible todavía reivindicar el estilo? ¿Es relevante en las artes vivas? Estas son las preguntas que están en la base de esta pieza, el cuarto trabajo del colectivo Armadillo, inspirado en el célebre libro de Raymond Queneau Ejercicios de estilo. En aquel texto, el escritor francés ensaya 99 variaciones sobre la anécdota narrada en la primera página, una idea que le sobrevino tras asistir a una interpretación en concierto de El arte de la fuga, de Bach. Armadillo ha querido hacer lo mismo sobre una breve escena, un pequeño diálogo banal: practicar 66 variaciones entre lo estrictamente formal y los estilos teatrales que han transitado o interesado a los intérpretes en sus respectivas trayectorias, hasta conformar una suerte de historia viva de la dirección escénica.
A partir de ese diálogo trivial y sin aparente sustancia, los actores Jesús Barranco y Raúl Marcos se dejan invadir por voces y estilos de todas las épocas, encerrados en un loop que amenaza siempre con desbordarse, un esfuerzo de ingenio actoral y dramatúrgico en el que la dificultad parece un fin en sí mismo. Algunas de esas 66 variaciones tienen que ver con estilos chejovianos, brechtianos o lorquianos, con bufones y pantomimas, con un auto medieval o con el Romanticismo, con Hamlet, el cabaret, la stand up comedy y el teatro radiofónico. Se hace «sin a» o se hace en modo accionismo conceptual; se hace en clave de clown o de musical; se improvisa o se invoca a Meyerhold.