Noli me (con)tangere es la nueva propuesta escénica de las creadoras Claudia Faci y Marta Azparren a partir de los textos de Chantal Maillard, Paul B. Preciado, Claudia Faci y Marta Azparren.

Sinopsis

La línea de los fantasmas
M. Magdalena / Noli me tangere

Durante el obligado confinamiento de los cuerpos en sus respectivos nichos o palacios, el cuerpo deseante de M. se sirve de diversas tácticas para salvar la distancia que la separa de su amante. Frente a la prohibición del contacto, descubre estrategias
subversivas de acercamiento, maniobras hápticas que burlan también los obstáculos temporales.
El cuerpo como interfaz último. El deseo, como resistencia al mismo poder que confina, genera herramientas y produce lenguaje para penetrar lo hermético (de Hermes) y alcanzar el cuerpo glorioso.

La línea de las conquistas
Tomás / El dedo en la llaga

C. Tomás, en cambio, no se entrega al amor de los fantasmas. Prefiere el cuerpo a cuerpo. Lo que no se puede hacer conviene no dejar de mentarlo.
Quiere tocar, hendir, apretar, aplastar, alisar, arañar, frotar, rasgar, palpar, tentar, amasar, empujar, golpear, pellizcar, morder, sostener, agitar, percutir, lamer, acunar, llevar, pesar… todo el asunto del tacto, del toque de los cuerpos. Quiere conquistar la distancia
que le separa de los cuerpos que desea, los cuerpos que están leyendo estas líneas. No ha de ocurrirle otra cosa a esta escritura que tocar. Más precisamente: tocar el cuerpo, o más bien, tu cuerpo.

Lo común
El cuerpo confinado, el glorioso, el expectante, el incrédulo, el cuerpo infectado, el cuerpo-lugar, el cuerpo-memoria, todos los cuerpos de un cuerpo, el postcuerpo. ¿De qué son o pueden ser agentes todos y cada uno de ellos? ¿Cuál es su capacidad
performativa, su capacidad de hacer? ¿Cuál es su margen de transgresión? ¿Cuál es el estatuto ético y político de la vida corpórea?
Devolver el deseo a los cuerpos ha de ser el mandato estético-político que nos ocupe. Y urge. Nos referimos a ese deseo que es idéntico a la vitalidad que nos atraviesa, y que se vuelve consciente.

Sinopsis

La línea de los fantasmas
M. Magdalena / Noli me tangere

Durante el obligado confinamiento de los cuerpos en sus respectivos nichos o palacios, el cuerpo deseante de M. se sirve de diversas tácticas para salvar la distancia que la separa de su amante. Frente a la prohibición del contacto, descubre estrategias
subversivas de acercamiento, maniobras hápticas que burlan también los obstáculos temporales.
El cuerpo como interfaz último. El deseo, como resistencia al mismo poder que confina, genera herramientas y produce lenguaje para penetrar lo hermético (de Hermes) y alcanzar el cuerpo glorioso.

La línea de las conquistas
Tomás / El dedo en la llaga

C. Tomás, en cambio, no se entrega al amor de los fantasmas. Prefiere el cuerpo a cuerpo. Lo que no se puede hacer conviene no dejar de mentarlo.
Quiere tocar, hendir, apretar, aplastar, alisar, arañar, frotar, rasgar, palpar, tentar, amasar, empujar, golpear, pellizcar, morder, sostener, agitar, percutir, lamer, acunar, llevar, pesar… todo el asunto del tacto, del toque de los cuerpos. Quiere conquistar la distancia
que le separa de los cuerpos que desea, los cuerpos que están leyendo estas líneas. No ha de ocurrirle otra cosa a esta escritura que tocar. Más precisamente: tocar el cuerpo, o más bien, tu cuerpo.

Lo común
El cuerpo confinado, el glorioso, el expectante, el incrédulo, el cuerpo infectado, el cuerpo-lugar, el cuerpo-memoria, todos los cuerpos de un cuerpo, el postcuerpo. ¿De qué son o pueden ser agentes todos y cada uno de ellos? ¿Cuál es su capacidad
performativa, su capacidad de hacer? ¿Cuál es su margen de transgresión? ¿Cuál es el estatuto ético y político de la vida corpórea?
Devolver el deseo a los cuerpos ha de ser el mandato estético-político que nos ocupe. Y urge. Nos referimos a ese deseo que es idéntico a la vitalidad que nos atraviesa, y que se vuelve consciente.

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