Crisálida

Sinopsis

Los hermanos Seoane (Nieves y Fernando) correteaban allá por el 1942 por la mercería La Crisálida, recientemente traspasada a su madre. La mercería ya era, por aquel entonces, una de las más destacadas del comercio coruñés. En ella destacaban sus escaparates, abarrotados de medias, mantillas, mantones y abanicos.

Pasados los años, los Seoane tomaron el relevo de la mercería y se convirtieron rápidamente en unos de los más queridos entre la clientela de la céntrica calle de San Andrés. Los hermanos parecían salidos de una película de Jean Pierre Jeunet. Cuando pedías un botón, una cremallera o un par de calcetines, desaparecían en la trastienda; al rato, aparecían con una torre de cajas amarradas por unas largas gomas elásticas, y con un ritmo de otro tiempo, se disponían a ofrecer su amplia variedad de material. Ir a La Crisálida significaba entrar en otra realidad, era «una mercería con atmósfera de museo o gabinete de curiosidades», como la definió Luís Pousa en su relicario de calles de Atlantic City.

En el 2016, por obras de rehabilitación del edificio donde se situaba el comercio, La Crisálida tuvo que trasladarse a un cercano bajo de la misma calle.

Un año más tarde, en el 2017, moría Nieves Seoane, y dejaba la Crisálida más triste.

Todo parecía indicar que, tras la muerte de Nieves, La Crisálida comenzaría un ocaso que desembocaría en su cierre, tal y como ha pasado con multitud de comercios históricos de la ciudad, que fueron cerrando, dejando tras si miles de historias, vivencias y recuerdos.

Pero La Crisálida, hoy sigue abierta.

En 2019, un joven Ramón Santos toma el relevo y el traspaso de este histórico comercio.

Hoy, La Crisálida sigue siendo una de las mercerías más queridas de la ciudad, manteniendo la antigua clientela y con una clientela renovada que acude a la multitud de talleres que ofrece Ramón.