DANIEL ABREU: El hijo

DANIEL ABREU: El hijo

El Hijo es la representación de un hombre en la naturaleza. Su llegada, la magia del nacer, los fantasmas infantiles, el desarrollo ligado a lo primario y la cultura y, desde ahí, a lo que conforma su camino. Quizás se mueva por la búsqueda de sentido, quizás por subsistir, quizás por la fe o, quizás, por romper con todo.

Este espectáculo pertenece a la XXXVIII Edición del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.

Sinopsis

El hijo habla del vínculo con los progenitores y de un lugar y lo que se hace con él. En definitiva, habla de cómo se conforma y se desarrolla un vástago. De alguna forma, hablar de ello es poner primero la fragmentación de ese principio de unión y entenderse como individuo que se desata, pero ligado muy profundamente a una repetición de formas y hechos. Algo que se puede explicar solo de forma parcial, porque, al fin y al cabo, el individuo siempre lleva consigo la reinterpretación de esa historia.
Es a través de la poética de la imagen y del sonido como presento a un descendiente y, sin estar presentes, hablo de padres, de un lugar y, sobre todo, de lo mágico. Y es que la danza permite la celebración de un estar vivos y tener historia; la experiencia de ser hijo, y su entusiasmo; la relación con los ciclos naturales y los sistemas; y, en ello, el conjunto de reacciones dentro y fuera que hacen que uno exista.
En la obra se alterna un cuerpo de hoy, móvil y consciente, frente a otros mundos que, sin ser accesibles a la vista, afectan y nos guían por caminos, como las sensaciones del cuerpo ante los hechos. Somos seres afectados de emoción en contextos, de eventos en la naturaleza”.

Daniel Abreu

Duración:
Idioma:
Castellano
Sinopsis

El hijo habla del vínculo con los progenitores y de un lugar y lo que se hace con él. En definitiva, habla de cómo se conforma y se desarrolla un vástago. De alguna forma, hablar de ello es poner primero la fragmentación de ese principio de unión y entenderse como individuo que se desata, pero ligado muy profundamente a una repetición de formas y hechos. Algo que se puede explicar solo de forma parcial, porque, al fin y al cabo, el individuo siempre lleva consigo la reinterpretación de esa historia.
Es a través de la poética de la imagen y del sonido como presento a un descendiente y, sin estar presentes, hablo de padres, de un lugar y, sobre todo, de lo mágico. Y es que la danza permite la celebración de un estar vivos y tener historia; la experiencia de ser hijo, y su entusiasmo; la relación con los ciclos naturales y los sistemas; y, en ello, el conjunto de reacciones dentro y fuera que hacen que uno exista.
En la obra se alterna un cuerpo de hoy, móvil y consciente, frente a otros mundos que, sin ser accesibles a la vista, afectan y nos guían por caminos, como las sensaciones del cuerpo ante los hechos. Somos seres afectados de emoción en contextos, de eventos en la naturaleza”.

Daniel Abreu

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