El hambre. Se ama como se come es un delicado y atrevido experimento dramatúrgico, en el que la línea de pensamiento se mezcla con el diálogo, desafiando a actores y director a la hora de lograr una puesta ágil y fácil de comprender. Renato Gabrielli entrelaza en su propuesta diversos planos: la seducción y el cortejo, en el clásico triángulo amoroso “él, ella y el otro”, y el plano de
la pertenencia política, entendida como una aficción partidista algo obtusa. El texto de Gabrielli ironiza sobre la difusa costumbre de los aperitivos milaneses a la vez que trae inspiración de un truculento caso real. El autor lo utiliza como excusa para hablar de la rebeldía y la subversión, de los modos de vida alternativos y hacer gala de un magnifico
humor negro y una sagaz sátira.
Sinopsis
Un bar. Tres personajes. ¿O no? Un Encuentro entre dos desconocidos que se citan en una tarde de agosto más caluroso de la historia. Un hombre y una mujer de extrema izquierda. Al principio casi podría parecer un encuentro ordinario, y sin embargo, no. Entre ilusión, realidad, el calor, cócteles y aperitivos de la casa, vamos introduciéndonos en la mente y el cuerpo de nuestros héroes al frenético compás de sus palabras y de sus pensamientos, descubriendo que no se trata de un encuentro romántico. O no en el sentido más común de la palabra. Ella le confesará a él conocer su pasión más íntima y perversa. Una pasión secreta, inconfesable, inadmisible, innombrable, inaceptable… Y al mismo tiempo atrevida, admirable y más allá del sistema, que fagocita el sistema desde adentro, que se lo come, que come, que nos come. ¿Será ella finalmente su cómplice o su víctima?