Giuseppe Verdi: Don Carlo

No era la primera vez que Giuseppe Verdi se topaba con Don Carlos. Ya a principios de la década de 1850 había valorado –y rechazado– componer una ópera tomando como base el texto de Friedrich von Schiller sobre el infante de España. Más de una década después, retomaría el tema con fervor, implicándose, como solía hacer, en todo el proceso gestacional, desde la estructura y contenido del libreto hasta unos ensayos donde aún plantearía importantes cambios. El resultado inicial fue de tal envergadura que la obra resultó difícilmente digerible, y acabó siendo sometida a más revisiones y cortes que ninguna otra de sus óperas. En todo caso, Verdi nunca daba puntada sin hilo. No en vano, todas y cada una de las escenas que componen Don Carlo incluyen reflexiones sobre asuntos de calado: las siniestras consecuencias del poder, la paternidad defraudada, la arrogancia de la Iglesia o los amores inaccesibles. Compositor y libretista se valdrían de una recreación literaria de hechos históricos para construir una historia de una extraordinaria riqueza dramática que reflejaba, a pesar de sus ficciones e inexactitudes, las intrigas que sin duda acontecían entre los muros palaciegos de la época.