Hipersueño es un dispositivo escénico que plantea la relación entre la danza y lo desconocido, donde todo lo que se baila se hace de forma inmediata por entrelazamiento.
Sinopsis
A partir de una imaginación creada a la luz de la oscuridad, se exploran otros futuros posibles, la posibilidad de volver a verlos como aquello que ya viene con su propia estela, como el modo en que nos siguen acechando. Para quien baila y lleva a cabo la contemporaneidad, todos los tiempos son oscuros. Una oscuridad que, sin embargo, abre un tiempo mítico presente en todo lo que fue y todo lo que está por venir, donde todo lo que se baila se hace de forma inmediata por entrelazamiento. Como si se tratara de una reunión espontánea de «museos danzantes» dispersos. Como dos amigas que pasan la noche en el suelo de su habitación riendo y hablando de sueños improbables hasta que, sin darse cuenta, se quedan dormidas, exhaustas de felicidad.
HIPERSUEÑO es una performance del tacto en la que las bailarinas Arantxa Martínez y Paz Rojo transmiten lo que está pasando, lo que ha pasado, lo que imaginan, lo que les llega, lo que está por venir, lo que intuyen, lo que hay, lo que queda. Cosas que encuentran, que resuenan, que persisten: sonidos de pájaros, los sonidos que oyen ahora mismo, un paisaje, el suelo que pisan, el peso de las piernas al rozar la superficie, un zapato, la sensación de la ropa que llevan puesta, átomos, un terremoto… «Transmitir» como ejercicio plenamente comunicativo no consiste en consolidar lo que ya saben, sino en relacionarse con lo desconocido. Con un estado de transición constante que favorece la visión migratoria de una historia no contada de la danza, generada a partir de des/apariciones. De entrelazamientos subcutáneos. De resonancias y bifurcaciones. De responsabilidades y de respuesta-habilidades.
La producción de cuerpos casi alucinados es también la característica del paisaje sonoro creado por la artista sonora y performer Luz Prado, quien plantea una relación de escucha en directo entre la ingeniería de sonido y la acción en escena. El sonido y el movimiento se entrelazan produciendo una textura alternativa a partir de una cierta «distribución de lo sensible», lo que ofrece un necesario «disenso o brecha» en lo sensible mismo cuando se entrelazan diferentes tiempos, espacialidades, dispositivos e intuiciones que se tocan. Un hipersueño, en el que se invita al público a ser testigo del archivo futuro de una danza que, a medida que se desarrolla, muestra su contingencia o la conciencia de no ser un producto acabado. Movida por un enigma, animada por el desfase y la desactualización, se trata de una coreografía que aún está por escribir. Como un misterio que absorbe la mirada. Un canon coreográfico que vislumbra una potencia futura.