8,56 es una obra de ficción inspirada en un salto del atleta Yago Lamela, realizado en el mundial de atletismo de Maebashi en 1999. Un espectáculo con dramaturgia y dirección de Julio Béjar.
Sinopsis
Su historia es la de un muchacho que, para poder entrenar, hacía cada día dos horas de autobús y tres kilómetros a pie hasta llegar al estadio. Saltó de Avilés al podio mundial con una marca imposible para el hombre blanco, un salto histórico de 8,56 que le valió una plata mundialista y un récord de Europa que mantuvo durante diez años. Solo le hacía sombra el cubano Iván Pedroso, toda una leyenda. Apuntaba alto el asturiano, muy alto, y luego vinieron más medallas de plata. Hasta el inicio de un calvario de lesiones. Ese maldito tendón de Aquiles que le arrebató su sueño de un oro olímpico y le obligó en 2009 a su retirada definitiva. Demasiado joven y tal vez demasiado bueno para volver de nuevo entre nosotros. Atravesó varios periodos de depresión que marcaron sus últimos años junto a su ilusión de convertirse en piloto de helicópteros. Porque él quería seguir volando, esa cualidad por la que le recordamos hoy aquí. Yago Lamela, el Ícaro del deporte español, vendrá a contarnos el gran salto que le espera: aterrizar de nuevo en la tierra.
En torno a ese salto hay varios elementos que resuenan a la tragedia griega antigua, como la hibris del héroe trágico y su deseo irrefrenable por ir más allá de sus límites, la idea de destino en la lesión del talón de Aquiles que sufrió Yago, la noción de dios en el cuerpo sobrenatural de Iván Pedroso (un rival insuperable) y la noción de polis, quedando la derrota individual de Yago enmarcada en una derrota colectiva, la de Madrid, que se presenta tres veces como candidata para albergar los juegos olímpicos y fracasa. Por tanto, si la tragedia nació para dar voz a los que no la tuvieron, 8,56 pretende dar visibilidad a la problemática de los deportistas de élite cuando deben abandonar el mundo de la alta competición y rehacer sus vidas.