Infidèles, a partir de un texto de Ingmar Bergman, pero no está de más recordar -que la memoria cotiza a la baja en estos tiempos de presente radical y volátil- que tg STAN se fundó en 1989 y ha sido conocida y reconocida en todo el mundo; que suelen trabajar sin director de escena; que una de sus fundadoras, Jolente De Keersmaeker, es hermana de Anne Teresa De Keersmaeker, la prestigiosa coreógrafa de la compañía Rosas, emblema de la danza contemporánea. Y que el director y dramaturgo Tiago Rodriges trabajó con ellos durante un tiempo. Datos, curiosidades, que dan una idea ligera sobre el talento atesorado y sobre lo que podemos esperar de ellos. Ah, por cierto, STAN es el acrónimo de Stop Thinking About Names (Deja de pensar en los nombres).

Obra en flamenco con sobretítulos en español.

Sinopsis

No es fácil dejar de pensar en nombres como Ingmar Bergman, cineasta y escritor sobre cuyos textos ya han trabajado antes dos veces De Keersmaeker y compañía (llevando a escena Después del ensayo, en 2016, y Escenas de la vida conyugal, en 2013). Y en esta ocasión se les suma como actor y coproductor Robby Cleiren, de la compañía -también belga- de Roovers; Cleiren compartía con tg STAN el deseo de profundizar en la obra del autor sueco, que en este guion que escribió en 1996 (llevado al cine por la insigne Liv Ullmann) se introduce a sí mismo como narrador que dialoga directamente con sus personajes. Juntos han explorado esta sutil dimensión autobiográfica del original, pero no con ánimo psicologista, sino para ver cómo desde dentro también disecciona sin piedad las relaciones humanas, él incluido. Han buscado esa lectura teatral desinhibida donde cabe la vitalidad y el humor, pese a la dureza de los diálogos, con el fin de levantar un homenaje sin afectación, sin idolatría, desde el respeto y la admiración, al creador de joyas como Persona, El séptimo sello o Fresas salvajes.

Al principio de la película de Liv Ullmann se incluía una frase del escritor y dramaturgo alemán Botho Strauss: “No hay ningún fracaso, ni la enfermedad ni la ruina profesional o económica, que tenga un eco tan cruel y profundo en el inconsciente como un divorcio”. Ullmann y Bergman habían sido pareja tres décadas atrás (relación de la que nació su hija Linn Ullmann) y la historia juega desde el principio a un ajuste de cuentas por parte de un Bergman ya en retirada. La magia de la ficción convoca a los personajes. El viejo Bergman convoca a Marianne y le pide que confiese su infidelidad. En la película, Marianne monopolizaba la palabra y hablaba largo y tendido. Para esta adaptación escénica, las líneas se amplían, se alimentan con otros textos y elementos del guion, se redistribuyen y son asumidas por cuatro actores, con el fin de reequilibrar el diálogo y dar más espacio a la voz de Bergman. Esos otros textos proceden de Linterna mágica, la autobiografía del cineasta, un libro que hablaba, sin asomo de complacencia, de sí mismo y de los artistas que conoció a lo largo de su vida. También de sus fracasos y de la inspiración que siempre fue Bach para él, de quien recuerda que, al volver de un largo viaje, se enteró de que su mujer y dos de sus hijos habían muerto, y solo acertó a gritarle al cielo: “Dios, haz que mi alegría permanezca”. Bergman confiesa haber vivido persiguiendo esa misma alegría y este espectáculo se desarrolla como una composición musical de voces que exploran las múltiples variaciones en torno al tema central, que no es otro que el propio Ingmar Bergman.

Duración:
Idioma:
Flamenco
Sinopsis

No es fácil dejar de pensar en nombres como Ingmar Bergman, cineasta y escritor sobre cuyos textos ya han trabajado antes dos veces De Keersmaeker y compañía (llevando a escena Después del ensayo, en 2016, y Escenas de la vida conyugal, en 2013). Y en esta ocasión se les suma como actor y coproductor Robby Cleiren, de la compañía -también belga- de Roovers; Cleiren compartía con tg STAN el deseo de profundizar en la obra del autor sueco, que en este guion que escribió en 1996 (llevado al cine por la insigne Liv Ullmann) se introduce a sí mismo como narrador que dialoga directamente con sus personajes. Juntos han explorado esta sutil dimensión autobiográfica del original, pero no con ánimo psicologista, sino para ver cómo desde dentro también disecciona sin piedad las relaciones humanas, él incluido. Han buscado esa lectura teatral desinhibida donde cabe la vitalidad y el humor, pese a la dureza de los diálogos, con el fin de levantar un homenaje sin afectación, sin idolatría, desde el respeto y la admiración, al creador de joyas como Persona, El séptimo sello o Fresas salvajes.

Al principio de la película de Liv Ullmann se incluía una frase del escritor y dramaturgo alemán Botho Strauss: “No hay ningún fracaso, ni la enfermedad ni la ruina profesional o económica, que tenga un eco tan cruel y profundo en el inconsciente como un divorcio”. Ullmann y Bergman habían sido pareja tres décadas atrás (relación de la que nació su hija Linn Ullmann) y la historia juega desde el principio a un ajuste de cuentas por parte de un Bergman ya en retirada. La magia de la ficción convoca a los personajes. El viejo Bergman convoca a Marianne y le pide que confiese su infidelidad. En la película, Marianne monopolizaba la palabra y hablaba largo y tendido. Para esta adaptación escénica, las líneas se amplían, se alimentan con otros textos y elementos del guion, se redistribuyen y son asumidas por cuatro actores, con el fin de reequilibrar el diálogo y dar más espacio a la voz de Bergman. Esos otros textos proceden de Linterna mágica, la autobiografía del cineasta, un libro que hablaba, sin asomo de complacencia, de sí mismo y de los artistas que conoció a lo largo de su vida. También de sus fracasos y de la inspiración que siempre fue Bach para él, de quien recuerda que, al volver de un largo viaje, se enteró de que su mujer y dos de sus hijos habían muerto, y solo acertó a gritarle al cielo: “Dios, haz que mi alegría permanezca”. Bergman confiesa haber vivido persiguiendo esa misma alegría y este espectáculo se desarrolla como una composición musical de voces que exploran las múltiples variaciones en torno al tema central, que no es otro que el propio Ingmar Bergman.

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