Voronia, de la compañía La Veronal, se han planteado un paralelismo lógico que les ha hecho suponer que el Infierno podría estar en el fondo de esta cueva, fantasea con cómo serían la vida cotidiana y las rutinas en el sitio donde el mal se origina y se gesta.
Sinopsis
Había en Nippon-koku un irritante teléfono que sonaba constantemente y nadie se dignaba a responder. Hay ahora, en Voronia, un ascensor maldito que nunca asciende. Va siempre hacia abajo, hacia el fondo, conduciendo a los bailarines tal vez al mismísimo infierno.
Este es el tipo de metáforas enigmáticas con las que Marcos Morau, junto a Roberto Fratini y Pablo Gisbert, sus dramaturgistas de La Veronal, teje las intrigas de sus inquietantes creaciones, obras que crean ficción alrededor de puntos geográficos específicos del mundo, usualmente gélidos, que ellos ni siquiera conocen pero que les permiten inventar un imaginario y urdir las historias, nunca convencionales pero siempre inquietantes, de cada una de sus producciones. Y ahora es Voronia, un hueco recóndito en Georgia, la cueva más profunda del mundo, en la que ellos ubican el origen del mal, atendiendo probablemente a la idea católica de que si el cielo está arriba, el infierno como contrapartida necesaria, lógicamente está abajo, quizá en la planta a la que llega ese ascensor obstinado que nunca sube.
Había en Nippon-koku un irritante teléfono que sonaba constantemente y nadie se dignaba a responder. Hay ahora, en Voronia, un ascensor maldito que nunca asciende. Va siempre hacia abajo, hacia el fondo, conduciendo a los bailarines tal vez al mismísimo infierno.
Este es el tipo de metáforas enigmáticas con las que Marcos Morau, junto a Roberto Fratini y Pablo Gisbert, sus dramaturgistas de La Veronal, teje las intrigas de sus inquietantes creaciones, obras que crean ficción alrededor de puntos geográficos específicos del mundo, usualmente gélidos, que ellos ni siquiera conocen pero que les permiten inventar un imaginario y urdir las historias, nunca convencionales pero siempre inquietantes, de cada una de sus producciones. Y ahora es Voronia, un hueco recóndito en Georgia, la cueva más profunda del mundo, en la que ellos ubican el origen del mal, atendiendo probablemente a la idea católica de que si el cielo está arriba, el infierno como contrapartida necesaria, lógicamente está abajo, quizá en la planta a la que llega ese ascensor obstinado que nunca sube.
- Dirección:
- Dramaturgia:
Roberto Fratini
Pablo Gisbert - Escenografía:
Enric Planas - Iluminación:
Albert Faura - Sonido:
Marcelo Lastra - Coreografía:
Marcos Morau - Vídeo:
Joan Rodon - Producción:
Mercat de les Flors
Grec Festival de Barcelona
Hessisches Staatsballett
Staatstheater Darmstadt & Hessisches Staatstheater Wiesbaden
Tanz im August Berlin
Chaillot, Théâtre national de la Danse París