Petróleo
Comedia

Petróleo

Petróleo pone en escena el día a día de un grupo de hombres que trabajan aislados en un yacimiento petrolero de la Patagonia argentina. Su dinámica cotidiana se ha visto alterada porque uno de ellos se acaba de incorporar recientemente a esta labor extrema. Conviven en un tráiler, a solo unos metros del pozo, que está ya casi vacío (interesante metáfora tangencial). Ahí abajo se sigue penetrando violentamente la tierra para sacarle hasta la última gota de oro negro. Arriba, el tiempo libre se cubre de polvo.

Es la quinta obra de la compañía argentina Piel de Lava, un colectivo que ha basado su trabajo (desde que empezaron allá por 2003) en la búsqueda de un método de creación colectiva, indagando en los mecanismos de la actuación y en la dramaturgia grupal. Sus componentes son cuatro mujeres, cuatro actrices que lo gestionan todo, que disfrutan de una fuerte conexión personal y laboral, y que para su quinta pieza decidieron meterse en la piel de cuatro hombres que trabajan en la extracción de petróleo, allá en la fría Patagonia.

Sinopsis

Paredes interpreta a Montoya, “un débil un tanto mentiroso, un tipo que se esfuerza por sostener su masculinidad”, describe ella. Elisa Carricajo se encarga de El Palla, un machote, como todos, con un rollo muy de cabecilla sindical. Valeria Correa da vida a El Formo, que, según ella, “aparenta ser mansito, pero es puro fuego”. Finalmente, Pilar Gamboa hace de El Carli, “medio líder, medio machirulo”. La obra no renuncia a transitar cuestiones que relacionamos con el llamado realismo social: ahí está la mirada del obrero, los conflictos de una comunidad de trabajadores frente a una industria todopoderosa. Pero al final esto es una cuestión de cuerpos y sensibilidades, las masculinas y las femeninas, las que se exacerban artificiosamente y las que se ocultan celosamente. Como decía la crítica del periódico argentino Página12, “hacer de lo masculino un efecto de la actuación implica mostrar la construcción, volver extraño un comportamiento normalizado. La experiencia ensambla la empatía y la posibilidad de distanciarse, de señalar la hechura de aquello que se acepta como masculino”.

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Sinopsis

Paredes interpreta a Montoya, “un débil un tanto mentiroso, un tipo que se esfuerza por sostener su masculinidad”, describe ella. Elisa Carricajo se encarga de El Palla, un machote, como todos, con un rollo muy de cabecilla sindical. Valeria Correa da vida a El Formo, que, según ella, “aparenta ser mansito, pero es puro fuego”. Finalmente, Pilar Gamboa hace de El Carli, “medio líder, medio machirulo”. La obra no renuncia a transitar cuestiones que relacionamos con el llamado realismo social: ahí está la mirada del obrero, los conflictos de una comunidad de trabajadores frente a una industria todopoderosa. Pero al final esto es una cuestión de cuerpos y sensibilidades, las masculinas y las femeninas, las que se exacerban artificiosamente y las que se ocultan celosamente. Como decía la crítica del periódico argentino Página12, “hacer de lo masculino un efecto de la actuación implica mostrar la construcción, volver extraño un comportamiento normalizado. La experiencia ensambla la empatía y la posibilidad de distanciarse, de señalar la hechura de aquello que se acepta como masculino”.

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