Elektra, estrenada en la Semperoper de Dresde en enero de 1909, situó a Richard Strauss en la vanguardia musical germánica con una partitura violenta y disonante como nunca antes se había escuchado en un teatro de ópera. Aunque los personajes de esta obra habían poblado desde hacía mucho tiempo los libretos de la ópera seria desde la era barroca hasta Mozart y Rossini, Strauss y su libretista Hugo von Hofmannsthal optaron por hacer tabula rasa y retornar al espíritu bárbaro y primigenio de la tragedia original de Sófocles, con una vocación primitivista no muy distante de la que animaría, solo unos años después, al Stravinsky de ‘La consagración de la primavera’. El rupturismo straussiano no obedeció, sin embargo, a ningún prurito vanguardista, sino que, deudor del drama musical wagneriano, obedeció a su particular pragmatismo estético: “Cuando se mata a una madre en el escenario ¿pretenden que componga un concierto para violín?”. Con una caracterización de los personajes imbuida de las incipientes teorías freudianas sobre las patologías mentales, Elektra es una arrolladora experiencia que correrá a cargo de una orquesta invitada de primera fila: la Philharmonia Orchestra. «Tragödie» en un acto.
Sinopsis
Elektra se basa en la tragedia de Sófocles, y el tema principal es la venganza. Clitemnestra (con la ayuda de su amante, Egisto), ha matado a su esposo, Agamenón, por haber ofrecido sacrificio a su hija Ifigenia, y tiene miedo de la venganza de sus otros tres hijos: Crisótemis, Orestes y Electra, que encarna la sed de venganza.