Crear de la nada es la secreta pretensión del arte que, precisamente en el desierto, quiere experimentar cuán poco necesita para oponer otro mundo a la extrema monotonía del tiempo y del espacio. Con Sáhara se busca la condición inicial del artista cuyo único recurso es su propia persona.
Sinopsis
En el desierto, la gran pobreza de materiales y de relaciones impulsa a la danza a considerar únicamente lo que se tiene: a uno mismo, como único –primero y último– instrumento. Así, las formas inexistentes e irreproducibles solo pueden realizarse a través de uno mismo. Pero el desierto es también un lugar en el que se extiende una larga sombra que parece nunca acabar, pues no es otra que la nuestra, siempre presente. Y esto, aunque solo sea fruto de la elaboración de la propia mente, de incontables pensamientos que son extrañas infiltraciones del pasado, constituye un compromiso que obliga a la compañía… La mente no es un lugar exclusivamente propio… El desierto contiene en sí todas las fantasías, su entorno está falsamente vacío, poblado, como está, de imágenes mentales de todo tipo. Bien lo sabían los anacoretas de antaño, que precisamente acudían a él para combatir las imágenes del mundo…