Stanisław Moniuszko: Halka

Halka es una ópera en cuatro actos en versión concierto con música de Stanisław Moniuszko. Una ópera romántica polaca que, junto con la figura y producción de Chopin, supone uno de los hitos en la historia musical del país y que llega a España con la voz del polaco Piotr Beczała. Considerada un tesoro nacional, sus melodías cantadas tienen sus raíces en la tradición polaca. Cada vez que se representa esta ópera en Polonia, adquiere el tinte de acontecimiento nacional.

Sinopsis

La ópera nacional polaca por excelencia sorprenderá a más de uno por lo aquilatado de su lenguaje dramático y musical, cualidades imprescindibles para llevar a buen puerto la temática universal —el repudio de la madre con hijos ilegítimos— que conocemos en toda su crudeza a través del mito de Medea pero que Moniuszko aproxima, con más de medio siglo de antelación, al universo realista y compasivo de Jenůfa.

Ópera «nacional» —aunque no «nacionalista» en el sentido lato del término—, Halka ocupa en su país la posición seminal que ocuparon El cazador furtivo en Alemania, La vida por el zar en Rusia, Hunyadi László en Hungría o La novia vendida en República Checa. Escrita cuando Polonia vivía bajo el yugo ruso, Moniuszko se elevó gracias a ella como el héroe musical —con permiso de Chopin— de una tierra oprimida. Su protagonista —la campesina Halka— adquiere su trágica estatura gracias a su explícita identificación con el pueblo polaco —conseguida mediante la inflexión popular de su canto— y por las conmovedoras imágenes con las que enmarcaron su frágil figura el libretista y el compositor de esta obra imprescindible del Romanticismo centroeuropeo.

Sinopsis

La ópera nacional polaca por excelencia sorprenderá a más de uno por lo aquilatado de su lenguaje dramático y musical, cualidades imprescindibles para llevar a buen puerto la temática universal —el repudio de la madre con hijos ilegítimos— que conocemos en toda su crudeza a través del mito de Medea pero que Moniuszko aproxima, con más de medio siglo de antelación, al universo realista y compasivo de Jenůfa.

Ópera «nacional» —aunque no «nacionalista» en el sentido lato del término—, Halka ocupa en su país la posición seminal que ocuparon El cazador furtivo en Alemania, La vida por el zar en Rusia, Hunyadi László en Hungría o La novia vendida en República Checa. Escrita cuando Polonia vivía bajo el yugo ruso, Moniuszko se elevó gracias a ella como el héroe musical —con permiso de Chopin— de una tierra oprimida. Su protagonista —la campesina Halka— adquiere su trágica estatura gracias a su explícita identificación con el pueblo polaco —conseguida mediante la inflexión popular de su canto— y por las conmovedoras imágenes con las que enmarcaron su frágil figura el libretista y el compositor de esta obra imprescindible del Romanticismo centroeuropeo.

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