Teatro Ateneo: La lengua en pedazos

Teatro Ateneo: La lengua en pedazos

La compañía Teatro Ateneo dirigida por Guillermo Lodescles presenta una versión de La lengua en pedazos de Juan Mayorga.

Sinopsis

Ahora que es tiempo de reivindicar, recuperar y hacer visibles a tantas mujeres que fueron barridas por el solo hecho de serlo, es hora de profundizar en Teresa, esa mujer que quiso hacer más libres a las mujeres instándolas a ser cultas e instruidas, motivo por el que aconsejó siempre la lectura, si en su vida había sido efectiva, era indudable que lo sería para todas.

En el Siglo de Oro, mientras el mundo exterior triunfa en todas sus esferas, Teresa triunfa en el mundo interior, un mundo sin espacio y sin embargo más extenso; sin oro y sin bienes, pero no por ello menos rico; sin forma tangible, pero no por eso menos verdadero que el recién conquistado Nuevo Mundo.

Magallanes volvió de una excursión al rededor del mundo, Teresa, de otra al rededor del alma. Mientras los conquistadores regresaban a la desembocadura del Guadalquivir cargados de oro, ella volvía a la tierra con sus visiones del reino de los cielos. La percepción de los sentidos era el camino de los hombres de ciencia, el suyo, la visión fuera de los sentidos. Copérnico concluyó que el sol es el centro de nuestro mundo. Teresa llega a la conclusión de que el centro esencial al rededor del cual giran soles y tierras se encuentra en las profundidades del alma, descubrió su astronomía y halló al Sol de los soles, alfa y omega de todo cuanto existe. Servet descubrió la circulación de la sangre, Teresa, la circulación divina que sustenta el alma. El primer reloj de precisión fue construido. Teresa, experimentó la indivisibilidad del tiempo. La pequeña y enjuta Teresa, la ruin, como solía decir de sí misma, desde sus moradas y castillos, desde su propia vida, cuatro siglos y 38 años después, sigue engrandeciendo la nuestra.

Duración:
Idioma:
Castellano
Sinopsis

Ahora que es tiempo de reivindicar, recuperar y hacer visibles a tantas mujeres que fueron barridas por el solo hecho de serlo, es hora de profundizar en Teresa, esa mujer que quiso hacer más libres a las mujeres instándolas a ser cultas e instruidas, motivo por el que aconsejó siempre la lectura, si en su vida había sido efectiva, era indudable que lo sería para todas.

En el Siglo de Oro, mientras el mundo exterior triunfa en todas sus esferas, Teresa triunfa en el mundo interior, un mundo sin espacio y sin embargo más extenso; sin oro y sin bienes, pero no por ello menos rico; sin forma tangible, pero no por eso menos verdadero que el recién conquistado Nuevo Mundo.

Magallanes volvió de una excursión al rededor del mundo, Teresa, de otra al rededor del alma. Mientras los conquistadores regresaban a la desembocadura del Guadalquivir cargados de oro, ella volvía a la tierra con sus visiones del reino de los cielos. La percepción de los sentidos era el camino de los hombres de ciencia, el suyo, la visión fuera de los sentidos. Copérnico concluyó que el sol es el centro de nuestro mundo. Teresa llega a la conclusión de que el centro esencial al rededor del cual giran soles y tierras se encuentra en las profundidades del alma, descubrió su astronomía y halló al Sol de los soles, alfa y omega de todo cuanto existe. Servet descubrió la circulación de la sangre, Teresa, la circulación divina que sustenta el alma. El primer reloj de precisión fue construido. Teresa, experimentó la indivisibilidad del tiempo. La pequeña y enjuta Teresa, la ruin, como solía decir de sí misma, desde sus moradas y castillos, desde su propia vida, cuatro siglos y 38 años después, sigue engrandeciendo la nuestra.

Ficha artística
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