The Ministry of Unresolved Feelings

The Ministry of Unresolved Feelings

En las locas persecuciones de las películas de Buster Keaton, en el gesto impávido con que aguanta en medio de tormentas y catástrofes se adivina una coreografía detallada de alguien que no pasó a la historia como bailarín, aunque quizá hoy sus no movimientos puedan representar un depurado ejercicio de danza; pero sobre todo, entonces y ahora, esa impavidez coreografiada sigue causando risa. La invocación a Keaton y al humor no son baladíes si hablamos de The Ministry of Unresolved Feelings. A la pregunta de si la danza puede provocar la carcajada, solo puede responderse afirmativamente contemplando esta pieza del coreógrafo Jo Strømgren.

Sinopsis

Strømgren (1970) es una celebridad en su país, Noruega. No porque se hubiera propuesto alcanzarla. En su juventud se debatía entre la ingeniería química y la lengua rusa; pero todo cambió cuando estudió flamenco en Madrid en un curso de intercambio. ¿Podría dedicarse a la danza en lugar de a la química o al ruso? Echó una instancia al National College of Ballet de Oslo y lo aceptaron. Desde entonces y hasta el presente ha firmado más de 150 piezas de danza y ha alcanzado las más altas cotas de calidad y reconocimiento en Noruega, y sus obras han sido representadas en 64 países, entre ellos España y ya ha pasado por el Festival de Otoño.

Pero se hablaba del humor y de Keaton. La prueba del planteamiento humorístico y aparentemente absurdo de ese “ministerio” lo anticipó la propia compañía en el programa distribuido con motivo del estreno en Suecia de la obra, concebida para la GöteborgsOperans Danskompani. Dice el programa que el Ministerio ha ayudado a miles de personas a llevar una vida normal y que diversos estudios han demostrado que contemplar los tratamientos que se recetan en el Ministerio favorece la comprensión de los problemas de los espectadores. ¿Qué tratamientos y para qué? He aquí lo que reclama uno de los personajes que se presentan en la ventanilla de esa administración: «Estoy esperando que me operen de mis defectuosos conductos lagrimales. Soy una persona sensible. Pero nadie lo entiende, porque no puedo llorar. ¿Qué tipo de baile y música solucionará mis problemas?». Otros personajes mencionan la vergüenza, sus complejos de inferioridad, su autonegación… que les producen sufrimiento y una baja autoestima.

Como Keaton, los personajes que interpretan los bailarines son mudos. Solo bailan (con humor). La voz de un locutor transmite los casos de los pacientes y un alto cargo responde en cada uno de ellos con la sequedad y burocrática manera de los funcionarios, al ritmo de músicas como la de la canción Ne me quitte pas, de Jacques Brel, o el aria Förbi, förbi, de la ópera Eugene Onegin, cantada por Jussi Björling, que cada paciente trae en un casete y entrega al encargado. En veinte cuadros diferentes, Strømgren demostrará que la danza y la música puede aliviar, al menos durante el tiempo de representación, las penas del mundo.

Duración:
Idioma:
Inglés
Sueco
Sinopsis

Strømgren (1970) es una celebridad en su país, Noruega. No porque se hubiera propuesto alcanzarla. En su juventud se debatía entre la ingeniería química y la lengua rusa; pero todo cambió cuando estudió flamenco en Madrid en un curso de intercambio. ¿Podría dedicarse a la danza en lugar de a la química o al ruso? Echó una instancia al National College of Ballet de Oslo y lo aceptaron. Desde entonces y hasta el presente ha firmado más de 150 piezas de danza y ha alcanzado las más altas cotas de calidad y reconocimiento en Noruega, y sus obras han sido representadas en 64 países, entre ellos España y ya ha pasado por el Festival de Otoño.

Pero se hablaba del humor y de Keaton. La prueba del planteamiento humorístico y aparentemente absurdo de ese “ministerio” lo anticipó la propia compañía en el programa distribuido con motivo del estreno en Suecia de la obra, concebida para la GöteborgsOperans Danskompani. Dice el programa que el Ministerio ha ayudado a miles de personas a llevar una vida normal y que diversos estudios han demostrado que contemplar los tratamientos que se recetan en el Ministerio favorece la comprensión de los problemas de los espectadores. ¿Qué tratamientos y para qué? He aquí lo que reclama uno de los personajes que se presentan en la ventanilla de esa administración: «Estoy esperando que me operen de mis defectuosos conductos lagrimales. Soy una persona sensible. Pero nadie lo entiende, porque no puedo llorar. ¿Qué tipo de baile y música solucionará mis problemas?». Otros personajes mencionan la vergüenza, sus complejos de inferioridad, su autonegación… que les producen sufrimiento y una baja autoestima.

Como Keaton, los personajes que interpretan los bailarines son mudos. Solo bailan (con humor). La voz de un locutor transmite los casos de los pacientes y un alto cargo responde en cada uno de ellos con la sequedad y burocrática manera de los funcionarios, al ritmo de músicas como la de la canción Ne me quitte pas, de Jacques Brel, o el aria Förbi, förbi, de la ópera Eugene Onegin, cantada por Jussi Björling, que cada paciente trae en un casete y entrega al encargado. En veinte cuadros diferentes, Strømgren demostrará que la danza y la música puede aliviar, al menos durante el tiempo de representación, las penas del mundo.

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