Tránsitos pretende ser una de tantas voces de algunas de las víctimas directas del hetero-patriarcado colonial, genuina raíz de la mayoría de nuestras opresiones. Estos son, aquí y ahora, nuestros “papeles”.

Sinopsis

La vieja Europa se recrea en un orgasmo cósmico representado por la máscara del hielo que se avecina. Para nada, para nadie es fácil renunciar a los privilegios. Cuando se adquieren se convierten en una propiedad. Privilegio. Exención de una carga para que la soporten otras.  A privilegio, desigualdad. Desigualdad. El origen del conflicto. La carne de la tragedia. Con más o menos conciencia, con diversos conocimientos compartidos o no, ya hemos comenzado a congelarnos. La escarcha llega por partes. La nieve puede instalarse en las alturas y revertir y descender en espirales desde las pirámides de esta sociedad convertida en un monstruo capaz de devorarse a sí mismo.  Que la vieja Europa pueda sufrir una pequeña glaciación, porque se ha preparado durante siglos para ello, es más que verosímil. Aquí estamos como okupas de los espacios escénicos en nuestro escenario de emergencia intentando reflexionar a través de este vehículo de simulacro sobre una realidad posible, aunque solo sea en el reflejo de los espejos cóncavos que alumbran lo esperpéntico de lo que está pasando ya aunque nos sigamos resistiendo a contemplarlo tapándonos los ojos. Y así, podemos fantasear con una realidad que ya estamos viviendo pero desde el otro lado. El aquí convertido en allí sin previo aviso. Ahora somos nosotras las personas refugiadas y las otras son quienes nos piden los papeles para dejarnos atravesar tanta frontera.

Sinopsis

La vieja Europa se recrea en un orgasmo cósmico representado por la máscara del hielo que se avecina. Para nada, para nadie es fácil renunciar a los privilegios. Cuando se adquieren se convierten en una propiedad. Privilegio. Exención de una carga para que la soporten otras.  A privilegio, desigualdad. Desigualdad. El origen del conflicto. La carne de la tragedia. Con más o menos conciencia, con diversos conocimientos compartidos o no, ya hemos comenzado a congelarnos. La escarcha llega por partes. La nieve puede instalarse en las alturas y revertir y descender en espirales desde las pirámides de esta sociedad convertida en un monstruo capaz de devorarse a sí mismo.  Que la vieja Europa pueda sufrir una pequeña glaciación, porque se ha preparado durante siglos para ello, es más que verosímil. Aquí estamos como okupas de los espacios escénicos en nuestro escenario de emergencia intentando reflexionar a través de este vehículo de simulacro sobre una realidad posible, aunque solo sea en el reflejo de los espejos cóncavos que alumbran lo esperpéntico de lo que está pasando ya aunque nos sigamos resistiendo a contemplarlo tapándonos los ojos. Y así, podemos fantasear con una realidad que ya estamos viviendo pero desde el otro lado. El aquí convertido en allí sin previo aviso. Ahora somos nosotras las personas refugiadas y las otras son quienes nos piden los papeles para dejarnos atravesar tanta frontera.

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