La bestia duerme agazapada. Ni siquiera 40 años de paz y treinta y pico de orfandad sirven para que el monstruo desaparezca. Sólo se ha mantenido aletargado, esperando el momento en el que el hijo mayor, clavadito a su señor padre, despierte de nuevo ante los ojos atónitos de la hermana fracasada y negada con la vida, el otro hermano; poeta y maricón y la señora madre, cruel y mala como ella sola pero que todo lo hace «por amor». Pablo Remón nos regala uno de los textos más ácidos y cáusticos de los últimos tiempos. Un texto, sobre todo inteligente y generoso con el espectador, al que coloca justo en el mejor sitio posible, en el epicentro intelectual de lo que allí sucede.
Un reparto grandioso, un espacio sucio y como sacado de un cuadro de Hopper y unas luces mágicas y tan sucias como lo que iluminan. Uno de los momentos más sublimes de la historia del teatro de los últimos años: la mirada al miembro del moldavo. El valor de un silencio, la mirada herida de quien empezó su vida con una mamada y la va a terminar con un nabo. IMPRESCINDIBLE es poco. Yo diría que es teatro NECESARIO para seguir viviendo siendo mejores.
En mi blog, DESDEELPATIO puedes leer lo que yo sentí cuando vi este espectáculo el año pasado, sólo tienes que pinchar AQUÍ.