A Carlos Be, niño grandote en su madurez, le gusta jugar con sus personajes. Deus ex machina, con crueldad de entomólogo y ternura materna los observa, provoca, irrita y sacrifica. En el tablero de la vida sus naipes se reparten con fatalismo y con violencia se juegan.
Margarita es una señora media en esa meseta de edad difusa, de pasado convencional y presente gris, familia dispersa y vida solitaria. Con un diagnóstico terminal como desencadenante, va desgranando datos de su experiencia previa y planteando decisiones ante el futuro inmediato. La familia se recoloca y define; ella escucha, observa y actúa.
Carlos Be sabe mucho de teatro; sabe que el humor es un arma poderosa que desprotege al espectador confiado para zarandearlo con la potencia de las pulsiones humanas y su esclavitud. Igualmente conoce bien la naturaleza humana al elegir seres de aparente debilidad bajo nubes oscuras de desarrollo inequívoco. La empatía ante esos personajes acentúa la dureza de lo explícito y el tiempo, inopinable, marca los ritmos con exactitud ajena a la voluntad.
Sara Moros oficia esta ceremonia unipersonal recorriendo etapas hacia el final inexcusable. Con mucho amor y humor nos dejamos llevar de la mano… Continuar leyendo en TRAGYCOM.