A Protestar a la Gran Vía es la nueva propuesta que nos ofrecen Los Absurdos Teatro. Una ácida mezcla de historias basadas en los curiosos compartamientos que tiene «la gente»… ¿Tienen o tenemos?… Sin a penas tiempo para plantearnos esa cuestión, nos hallamos atrapados por el torbellino verborréico propio de esta compañía que nos arrastra hasta el epicentro del delirio a través de una sucesión de situaciones inspiradas en nuestra propia incongruencia, que da para que Los Absurdos diseccionen nuestra cotidianidad y se mofen de ella con ganas.
Si tengo que ponerles un «pero» sería la reiteración de alguna situación que ya hemos visto en otros títulos suyos, pero eso no resta un ápice de admiración por el fabuloso y extenuante trabajo que realizan.
Cómo se nota, ¡y cómo se agradece!, el cariño y la dedicación con la que trabajan sus espectáculos ¿Y sus textos? Afinadísimos retos no aptos para cualquier actor. Los Absurdos se dejan literalmente la piel en los escenarios, apostando por una personalidad propia que, a cada montaje, se afianza más y los hace tan identificables.
¿Que cómo identificar a Los Absurdos Teatro? Si metiéramos en una especie de Thermomix-Teatral una buena dosis de socarronería de regusto a mirada de modernos Arlequín y Polichinela, más ese ritmo endiablado que llevan por bandera, añadiéramos ternura, descaro y la esencia crítica de nuestra realidad, sazonada con el espíritu de los cómicos de la legua, nos saldrían ellos: Patricia Estremera y Alfonso Mendiguchía ¡un plato bien sabroso! y tan absurdo como tú o como yo.