Mujer y matemáticas, por lógica

Ada Byron, la tejedora de números

Ada Byron, la tejedora de números
19/03/2024 - Teatro Corral de Comedias – Alcalá de Henares (Madrid)

Hay retos parecen difíciles no ya de superar, sino ni tan siquiera de asumir. ¿Es posible un espectáculo teatral, destinado a un público no especialista, que aborde abstractos y complejos conceptos matemáticos o donde se planteen difíciles problemas de lógica? La respuesta inmediata sería que no. Pero es que sí.

Para celebrar el Día de las Matemáticas y de paso reconocer a una mujer científica poco conocida, el Corral de Comedias de Alcalá programó Ada Byron, la tejedora de números, una obra escrita por el actor y matemático César Alonso, dirigida por Ernesto Arias con la ayuda de Xana del Mar, y realizada por La Westia Producciones. La obra narra la vida Ada Lovelace o Ada Byron, única hija legítima de Lord Byron, una mujer pionera en el ámbito de la computación y la primera persona en el mundo que creó un algoritmo destinado a ser procesado por una máquina. El espectáculo nos sitúa en los minutos previos a la muerte de la protagonista Ada Byron (Ici Díaz), lo que le sirve para hacer un flash back de su vida que le lleva al reencuentro con su padre Lord Byron (Francisco Pardo) y a rememorar los episodios más importantes de su vida junto a su madre Annabella (Isabel Marcos) y su mentor y luego colega, el matemático Charles Babbage (César Alonso).

Ada Byron se refería a sí misma como una científica poetisa y como analista (y metafísica) y el espectáculo es muy fiel al espíritu de la protagonista, que desde su estado de postración por enfermedad, imaginó una máquina que fuese capaz de integrar la computación matemática, la música y la poesía. Gran parte del éxito de la obra está precisamente en la excelente interpretación de los cuatro actores: Ici Díaz y César Alonso llevan al público de la mano en las didácticas y claras explicaciones de los problemas de lógica y conceptos matemáticos, mientras que Francisco Pardo, en su papel de Lord Byron, contrapuntea con comentarios humorísticos, irónicos o poéticos la historia de su hija, e Isabel Marcos desempeña las labores de madre que cuida y protege (ay, qué poco ha cambiado el mundo, cuánto queda por cambiar).

A la tarea explicativa y didáctica contribuyen mucho las proyecciones que se realizan sobre el fondo del escenario, y también ayudan la iluminación y la música. Quizá la escenografía y el vestuario, que en su fidelidad a la época trasladan la pesadez de ese momento, podrían haberse aligerado o incluso estilizado, para no sobrecargar una obra conceptualmente tan densa. Pero eso no impide que el espectáculo cumpla su principal objetivo —muy de la ilustración, por cierto—: enseñar deleitando.

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