Hemos visto más de una y más de dos historias en cualquier formato en las que un secuestro es el centro de la trama. A priori, no estamos de acuerdo con secuestrar y torturar en general, pero cuando se trata de una causa justa, el espectador puede fácilmente ponerse del lado del torturador. ¿Qué pasaría si, además, el torturador son un grupo de jubilados?
Esta obra escrita por Alberto Iglesias y dirigida por Mario Gas, inspirada en una noticia real, nos demuestra que las peronas mayores de 70 años, por si alguien lo dudaba, siguen siendo capaces de darle su merecido a un asesor fiscal que les ha hecho perder nada más y nada menos que dos millones cuatrocientos mil euros.
No es común ver sobre los escenarios madrileños un grupo de actores de avanzada edad llenar una sala como la verde del Canal, con una interesante escenografía e interpretando personajes con matices que nos hacen verlos como lo que en realidad son: mucho más que un jubilado. Personas que, tendrán pérdidas de memoria, pero se siguen enamorando, preocupando, enfadando, y que están dispuestos hasta a arrancarle las uñas a alguien por recuperar lo que es suyo.