“Tienes que ir a verla”… Pocas obras hay en las que el público concluya al unísono con una frase tan categórica, y menos siendo teatro de máscaras, pero André y Dorine es así, pura magia que gusta a todos, y no es para menos. Por su poética, por su delicadeza, por un hilo argumental genialmente construido, por su naturalidad y calidez, por una calidad interpretativa muy alta en un tipo de teatro en el que no es nada fácil… La lista de razones para ir a verla es interminable.
Como público vives una montaña rusa de sentimientos, de sensaciones, ríes, lloras, te emocionas, empatizas con los personajes, los quieres como si fueran tus propios abuelos. Es una oda al amor, a la vida, al cariño, en definitiva, a todas las cosas importantes de la vida, esas cosas que ni la más maldita de las enfermedades, como es el Alzheimer, te puede arrebatar. ¡Más teatro así por favor! Gracias Kulunka Teatro por crear tanta magia encima del escenario.