Anja Hilling, la autora de esta obra nació en Berlín en 1975 y desde entonces, con una meteórica carrera ha escrito una veintena de obras de teatro y ha recibido unos cuantos premios. Agradecemos a Julio Manrique la idea de ofrecernos esta obra de una autora hasta ahora desconocida. La escribió en 2007.
Seis personajes y un bebé se encuentran para pasar una noche en contacto con la naturaleza. Un hecho inesperado puede cambiar sus vidas completamente. Entre ellos existen relaciones familiares, de pareja, antiguos amantes; les une un mismo ambiente elegante en un mundo intelectual, artístico y liberal. El título son tres palabras inconexas, sin signos de puntuación pero que transmiten una vida que es oscura y desconocida. Es una obra en la que las acotaciones superan el texto y se convierten en una descripción magníficamente narrada por Màrcia Cisteró.
Hilling divide la pieza en tres partes diferenciadas: La fiesta, el fuego y la ciudad. En la primera se presenta en forma de narración mezclada con conversaciones sobre banalidades, recuerdos, o deseos. Parecen inconexas o superficiales pero colocan a cada personaje en un lugar determinado y nos preparan para un desenlace desconocido para el cual no están preparados ya que hablan de “la fiesta de la vida” o “de esta vida maravillosa”. La autora desde el comienzo nos da pistas sobre lo que está a punto de suceder. La catástrofe es un incendio provocado seguramente por su ingenua irresponsabilidad. Las pistas están en la narración y en las primeras conversaciones: “hace mucho que no llueve”, “el roble es de color rojo fuego”, “aquí no se puede fumar”.
El fuego en el bosque inicia la segunda parte. Un video proyectado en la pared del fondo con unas llamas que suben y se extienden lateralmente es sobrecogedor. Esta parte es descrita minuto a minuto y para cada uno de los personajes. El reparto es un lujo y una apuesta segura para el éxito de la representación.
En la tercera parte, La Ciudad, la autora utiliza la misma metodología, narración combinada con diálogos. Un gran espejo al fondo refleja a los espectadores invitándolos a formar parte del espectáculo.
Con muy pocos elementos escenográficos, Alejandro Andújar es capaz de crear una atmósfera primero inquietante, después trágica y progresivamente destructora. Me ha parecido muy difícil pero muy acertado diseñar un movimiento (Ferran Carvajal) de los actores y actrices en un paisaje bucólico y aterrador aunque algunas coreografías me han parecido innecesarias ya que el texto es sobradamente explícito.
Estoy contenta de no haberme perdido esta magnífica pieza que te deja el cuerpo y el alma como una obra de Wajdi Mouawad. Estoy segura de que tendrá un largo recorrido.