Seguramente muchos sabéis de quién hablo si os hablo de Estela Reynolds de “La que se avecina”, o a la Agrado de la película “Todo sobre mí madre” de Pedro Almodóvar. Dos personajes muy reconocidos, interpretados ambos por la carismática Antonia San Juan.
“Mí lucha” es el tercer unipersonal después de “Otras mujeres” y “Las que faltaban”; su última apuesta escénica, en la que además de dirigir, ha escrito los textos junto con el escritor y guionista canario Félix Sabroso y el periodista y guionista Enrique Gallego.
En su nuevo espectáculo, la San Juan es capaz de representar una docena de personajes, todos ellos muy diferentes entre sí. Personajes en los que siente y transmite con gran intensidad. Personajes que a veces dan risa y otras veces lástima. Personajes inventados, pero que los podemos identificar en situaciones en las que todos nos podemos enfrentar en algún momento de nuestra vida: la soledad, el amor, el desamor, la enfermedad, el dolor, la muerte, el abandono, el desprecio…
“Mí lucha” arranca con una declaración de intenciones a aquellos a los que no va dirigido su espectáculo: “No actúo para: el que no ha leido nunca un libro, ni para la mujer que no trabaja y pretende ser una mantenida, ni para los que maltratan y pegan a las mujeres, ni para las que se dejan pegar, ni para el Ejército, ni para el Estado…”.
A continuación nos interpreta el famoso monólogo que hace la Agrado en “Todo sobre mí madre” , para acabar con aquella frase tan conocida : “Porque una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma”.
Como novedad , introduce en este espectáculo elementos audiovisuales, canciones que ella misma interpreta en forma de cuplé y algunos poemas que hablan sobre el amor y el desamor, que me pusieron la piel de gallina.
Por cierto, si vais, podréis conocer su hermana gemela, un personaje muy diferente a ella, que quiere tener su minuto de gloria.
“Mí lucha” es una mirada realista de la sociedad en la que todavía desgraciadamente vivimos desde hace muchas décadas. Una sociedad en la que siguen habiendo casos de maltrato de género, homofobia, xenofobia o abuso de poder. Es una mirada crítica a la prensa del corazón, a la familia, las tradiciones, al inmovilismo social y a la doble moral de la religión (“la que predica y no practica, y la que practica y no predica”, como dijo Bertrand Russell). Es un grito de rebeldia y desprecio a todos aquellos temas que la sociedad actual todavía no ha resuelve. Es un grito a libertad individual. La libertad de ser cada cual quien quiera ser, sin los prejuicios de una sociedad enquistada en el pasado.