Claramente Autónomos, el musical no es un espectáculo que te deja indiferente y si además eres autónomo, igual incluso aprendes o desaprendes algo.
Con un hilo argumental que ejemplifica una problemática recurrente y actual nos adentramos en un mundo de trabas y complicaciones que muestra las aventuras catárticas que deben hacer los autónomos para sobrevivir. El Pekín Express de los trabajadores por cuenta propia.
Incluso, los protagonistas se atreven a profundizar también en las relaciones personales (con un juego interpretativo brutal de la mano de Andreu Rami) que pueden verse afectadas por todas estas demandas sociales que nos obligan a menudo a comprometernos con los demás.
Alex Martínez consigue en el minuto 1 que el público entre con él en el viaje complicadísimo que le espera ahora que ha decidido ser autónomo. Nos engancha su positivismo y estamos con él incluso en las bajadas. Un poco como la vida real, la lucha contra todo lo irremediable.
Alex y Andreu lo entregan todo en el escenario bajo la mirada constante de Joan Berenguer, que en silencio desde el piano les marca los tiempos y encuentra los espacios para interactuar muy elegantemente durante el espectáculo.