A veces la falta de mesura en las recomendaciones producen el efecto contrario y cuanto más te dicen “Ve a verlo” “No te lo pierdas” más reacio te muestras, pero… a riesgo de caer en eso, creo que Be God Is es de esos espectáculos que sí o sí tienen que estar dentro de las agendas teatreras.
Desde que se inicia la función, hasta los saludos finales, uno queda enganchado al delirio escénico de estas tres bestias pardas que son Blai Juanet, Oriol Pla y Marc Sastre. ¡Esta santísima trinidad con bigote demuestra un talento que deja sin aliento! La propuesta tiene un ritmo endiablado, casi no te has recuperado de un gag cuando, sin darte cuenta, te encuentras inmerso en el siguiente. Música, gesto, circo, slapstick y muchísimo sentido del humor apto para cualquier público, son las claves para que estos tres niños grandes, o estos tres dibujos animados hechos carne y hueso, que se plantan en escena con toda la candidez y, a veces, la mala baba y el espíritu gamberro pasado de vueltas, nos conquisten.
Sin más armas que dos sillas, un par de guitarras, un cajón y un saxo logran mantenernos boquiabiertos y con la sonrisa bobalicona durante toda la función, expectantes, admirando y disfrutando con lo que nos cuentan. Es imposible no entregarse a jugar y ver todo lo que ellos recrean en escena. ¡Qué dominio de los tiempos, espacio y, sobre todo, del cuerpo!
Be God Is es la invitación de estos tres artistazos a imaginar y dejarnos llevar. A la salida uno no puede dejar de sonreír y de rememorar momentos, incluso de pensar en la posibilidad de volver, porque estoy seguro que en una segunda vuelta se debe disfrutar muchísimo descubriendo todos esos toques y guiños que, con la sorpresa de la primera vez, pasan desapercibidos.
Ya lo dije por redes y lo sigo manteniendo. Sería maravilloso que los teatros, los programadores, o de quien sea menester, tendieran más puentes entre comunidades y pudiéramos disfrutar de artistas de todos lados con mayor asiduidad. ¡Qué bien le vendría al teatro y qué bien nos vendría a todxs!