La carcajada como el mejor remedio contra el miedo, el letargo y la monotonía de nuestro día a día.La risa contra la apatía, la tristeza; el teatro como cura contra la oscuridad, y la obra Cádiz como el recuerdo de que los amigos de verdad siempre están en las buenas y en las malas, y los que no estén en todos los estados por los que pasamos en nuestra vida, pues «tierra».
Simplemente esta obra es una gozada. Es un guión tan complejo, pero a la vez tan sencillo que enamora totalmente enseguida. Los actores que dan vida a Eugenio, Adrián y Miguel son maravillosos, pues no sólo hacen que el público se lo pase en grande, sino que ellos se implican tanto con sus roles que en algún momento, se ríen junto a nosotros, aportando frescura y naturalidad a la interpretación.
Me gusta cómo cada actor tiene su forma de ser, de pensar y de sentir, y a su vez me gusta que cada actor se complemente con el resto.
Cádiz nos da varias lecciones respecto a la amistad, pero también nos enseña que la vida es tan impredecible que no sabremos que nos deparará. Me han encantado los giros que toman las conversaciones, las reflexiones escondidas entre algunas bromas, las miradas, las bebidas que unen amistades y las señales encantadoras que te hacen recordar a ese amigo o amiga. Cuando salgas de ver Cádiz, te entrarán unas ganas tremendas de llamar a ese amigo o a esa amiga. Es una obra de teatro entrañable.