En la mañana verde / quería ser corazón. / Corazón. / Y en la tarde madura / quería ser ruiseñor. / Ruiseñor. Así comienza el poema lorquiano que puso la primera luz al reciente estreno Canción del primer deseo. Este cierre de trilogía presenta una genealogía familiar cuya memoria transita en paralelo a la historia de nuestro país y pone en pie heridas muy difíciles de sanar.
Después de Cuando deje de llover y Las cosas que sé que son verdad, el tándem formado por Andrew Bovell y Julián Fuentes Reta vuelve a dar sus frutos en una pieza exquisita, desde la forma en la que se va construyendo hasta la intensidad que va cogiendo. Consuelo Trujillo, Pilar Gómez, Borja Maestre y Jorge Muriel bien dan cuenta de ello en escena, intercalándose entre tres épocas, muchos personajes y una herencia de emociones que cautiva al patio de butacas.
Muchas veces no se está preparada para echar la vista atrás, ni para preguntar qué está ocurriendo y mucho menos para imaginar la vida que vendrá después de tanto dolor. Estas son algunas de las pinceladas que ofrece esta obra, con testimonios reales que revelan una pieza anclada a la tierra, con raíces que aún siguen creciendo como parte de nuestro legado.