Retrato trepidante y amable de España
Carlos Latre: One Man Show

Carlos Latre es de aquellos humoristas que cae simpático, haga el que haga. Tanto si habla de fútbol en Crackòvia como si alborota el gallinero en Crónicas Marcianas o Tu cara me suena. Domina como nadie y el imaginario español y su cultura popular, y tiene la capacidad de hacer un retrato distorsionado (y siempre amable), a partir de los centenares de personajes que habitan dentro suyo. Apela espacios comunes que todos conocemos: políticos y monarcas, artistas folclòrics, animales televisivos como Iker Jiménez, los chefs Jordi Cruz i Chicote, Àngel Llàcer, todos los colaboradores de Sálvame o el jurado de La Voz. Algunas de sus imitaciones geniales, como lo Núñez, la Bruja Lola o la Pantoja de Puerto Rico, han sobrepasado a el mismo personaje imitado.
En Oneman Show, Latre pone risas a la nueva normalidad con un monólogo trepidante que repasa los últimos meses de pandemia. Pero no está solo: se desdobla en centenares de voces conocidas a gags que cambian con la misma rapidez con qué él adopta un nuevo personaje. Hipnotiza al público como quien mira un acróbata olímpico, y es admirable como en tan solo un segundo, con un solo gesto, es capaz de adoptar identidades. Especialmente emotivo es el homenaje al añorado Pepe Rubianes, y su gag del «teletrabajo». Cómo se te echa de menos, Pepe.
La hora cuarenta de espectáculo (quizás acortable) no dan tregua a la risa. Para rematar la noche, Latre sorprende con una traca final musical donde demuestra que, además de ser lo mejor imitador del país, canta de fábula.