Empieza la temporada de teatro y se estrenan los grandes títulos de musicales en la ciudad. Poco a poco la cartelera vuelve a brillar con estrenos y reestrenos. Y «Cenicienta» es uno de los nuevos grandes musicales que viene para quedarse y brillar.
Hay mucho brillo en «Cenicienta, el musical», y empezamos por la escenografía. Con llamativos colores y montajes, unas grandes pantallas móviles crean todos los escenarios por los que pasa la historia. Todo cuidado con detalle, vemos también cómo la escenografía se integra a la perfección con todas estas proyecciones. Algún que otro efecto especial y truco así como mucha magia nos hace disfrutar como niños en la butaca.
El vestuario es de ensueño, una fantasía de alta costura y de diseños dignos de pasarela de Dior en la década de los 50. Para mí es un añadido a todo el espectáculo, en el que a veces incluso te sientes en una pasarela.
Y un elenco de cuento, en el que caben destacar a Mariola Peña haciendo una Madrastra cínica a la vez que muy cómica; a Eloi Gómez con su increíble energía interpretando al joven Jean-Michel; al Hada Madrina interpretada por Mayca Teba en un frenesí lírico; a José Navar, siempre excelente; y a la protagonista, Paule Mallagarai, dando vida a una Cenicienta muy humana. Por nombrar unos cuantos.
Con este musical clásico de 1957 vuelve uno de esos espectáculos atemporales del teatro. A veces hace falta ver títulos modernos, obras contemporáneas y escuchar música más actual en el teatro para darse cuenta de que una buena historia de nuestra infancia con una música impresionante nos puede llevar a este mundo increíble y hacernos soñar como cuando éramos pequeños.