Ha llegado a Madrid el musical de gran éxito en Broadway. Hasta aquí todo normal. Estamos más que acostumbradas a que la capital se llene de grandes espectáculos venidos del otro lado del mundo y hagan su estancia como un fenómeno inigualable. Y casi todos lo consiguen, pero en esta ocasión, solo uno se ha colado en mi cartelera por su simpleza, su humanidad y su temática.
Come from away viene con una historia real detrás y con muchas ganas de conquistar al público, con un trabajo impecable en la ejecución y memorable por la forma que han tenido de trasladarlo y contarlo sobre un escenario. Con este musical, nos damos cuenta de que la escenografía puede ser mínima y abrazar de igual forma el show. También de la facilidad con la que casi todo el elenco está siempre en escena y de que sus múltiples cambios de personajes nos hacen vibrar en cada minuto, algo que demuestra un esfuerzo y un trabajo máximos de ensayos que es para aplaudir de pie.
Por otro lado, la temática y la soltura con la que se narra la historia es apasionante. La solidaridad, la esperanza o el respeto son pilares fundamentales en el mensaje de la obra. Las tragedias que ocurren están puestas en el tono y en los momentos más adecuados para enlazar las múltiples voces de todas las vidas que aquel 11 de septiembre se vieron afectadas. Una auténtica maravilla que emociona y te hace reflexionar sobre el comportamiento y las relaciones humanas.
Por último, uno de los aspectos que más agradezco de esta producción es la riqueza de voces y cuerpos que hay sobre el escenario. Que por una vez no sean las mismas tallas ni abunde el brilli-brilli me hace tener mucha esperanza en las artes escénicas. Bravísimo por esta astucia.