Ángela. 18 años. 45 kilos. Y bajando. Esta es la premisa con la que arranca este monólogo basado en testimonios reales de deportistas de gimnasia rítmica y de los trastornos alimenticios a los que hacen frente bajo una enorme presión social. Laura Balo, con su característica fuerza y extraordinaria presencia escénica, firma la dramaturgia e interpreta a esta joven atrapada en un círculo vicioso del que no puede salir y que pone voz a toda una profesión que sufre una brutal exigencia diaria. ‘Con la muerte en las punteras’ es una declaración de intenciones, en ocasiones a modo de relato desenfadado, en otras un grito de ayuda. El peso de Ángela va bajando de manera alarmante a medida que su satisfacción va subiendo, pero, ¿cual es realmente su objetivo? ¿Existe una meta final?
Una preciosa y especialmente bien ejecutada coreografía (la actriz protagonista también fue gimnasta y eso hace más verídico todo el testimonio), un cuidado espacio escénico y un expresivo diseño de luces de Jaime Cano acompañan a Laura, que lleva de viaje al espectador a través de sus impulsos, su determinación, sus deseos, su esfuerzo, su rabia, su frustración y, finalmente, su arrepentimiento. Porque ella no quería morirse, solo desaparecer.