¿Qué hacemos si uno de nuestros allegados decide creer que la tierra es plana? ¿Le pegamos un bofetón para que espabile? ¿Le hacemos abrir unos cuantos libros a ver si así se le quita la tontería?
No. En el siglo XXI respondemos a la estupidez con más estupidez. Hacemos «la intervención». Una suerte de encerrona para acorralar a la persona que tiene el «problema» para que sus amigos y familiares le digan a la cara lo que piensan al respecto.
Así empieza más o menos Conspiranoia, que durante 90 minutos de parodia, chistes que te hacen sonreír pero no carcajear y unas interpretaciones más que correctas, nos dará una visión actual sobre los problemas del primer mundo.
Apta para prácticamente todos los públicos, con alguna línea subidita de tono y un trasfondo aleccionador sobre la vida, la amistad y la conveniencia de ser sinceros (o callarnos las cosas) con las personas que queremos.
Perfecta para pasar un buen rato sin demasiadas pretensiones.