Lo bueno de los espectáculos de improvisación es que puedes repetir siempre que quieras porque cada día es una nueva aventura. Hace seis años fui a ver Corta el cable rojo y me recuerdo con una sonrisa de oreja a oreja, la misma con la que he salido en esta ocasión.
Aunque el show se haya hecho grande a nivel visual (complementando las improvisaciones con chistes en las pantallas), sigue conservando su esencia. De ahí que lleve 11 temporadas siendo una parada obligatoria en la Gran Vía.
Carlos Ramos, José Andrés y Salomón hacen malabares con las palabras, los gestos, los acentos… con una facilidad impresionante y el hecho de contar con una pianista en directo, que se va adaptando a cada historia, lo hace más divertido aún.
Pero, ¿lo mejor de todo? Que el público siempre es el protagonista. No solo propone temas o estilos, sino que también participa activamente en algunos juegos e incluso inspira los relatos que se narran encima del escenario.
Y fijaos qué suerte la mía que, en una de las improvisaciones, mi prima se ofreció voluntaria y, ¡crearon una historia sobre nosotras! Si ya nos lo estábamos pasando bomba, imaginaos siendo las protagonistas. ¡No pudimos reírnos más con la impro de Helena con H y Marina con M! Un recuerdo muy especial que siempre quedará en nuestra memoria y en nuestro móvil porque, afortunadamente, dejan grabar todo lo que quieras para que sigas explotando de la risa desde casa.