Hacer reír es muy difícil, aunque no lo parezca. La empatía por el drama siempre es más sencilla de conseguir, pero encontrar aquel punto de comicidad que conecte con cada persona que conforma el público es muy complicado.
Esta obres es un ejemplo del trabajo exhaustivo y la creatividad que se necesita para conseguir arrancar una carcajada entre las espectadoras. Apelando a la complicidad del público para la construcción del espectáculo, esta producción se conforma por diferentes segmentos donde la improvisación es un eje vertebrador. Cada escena es la narración de una historia que se va estructurando a través de frases, categorías o informaciones aportadas por personas del público. De esta manera, los tres intérpretes que conducen el espectáculo establecen una relación directa con cada espectador/a y los hacen partícipes de todo lo que se hace encima del escenario.
Los artistas tienen una capacidad increíble de improvisación, tanto, que, incluso, parece que todo lo que se dice en escena esté guionizado punto por punto. La espontaneidad, el ritmo y la energía que desprenden durante todo el espectáculo se contagia a toda la sala y provoca que pases 90 minutos en medio de un oasis de diversión y buen ambiente, donde las risas son las convidadas principales.
Con una escenografía adaptada a un espectáculo participativo, con herramientas audiovisuales que ayudan al público a ponerse en contexto y Modesto Lai improvisando también la música que envuelve cada escena, se construye una producción redonda y preparada para amenizar una velada diferente donde dejarse llevar y desconectar de lo que pasa fuera del teatro.