¿Qué podía salir mal? Era juernes, me acompañaba una buena amiga, la obra era en el Teatro Fernan Gomez…
Y además de todo esto, el mejor de los ingredientes: nos esperaba una comedia de la compañía L’Om Imprebís con ganas de dar caña a la monarquía, la política y los jueces. ¿Podía salir algo mal?
Pues sí.
Salió regular.
Tirando a mal.
Para empezar, porque si toda obra se sostiene sobre un texto trasnochado, para mi no hay mucho que hacer. Vale, que la obra la firma Dario Fo, y que está revisada con temas de actualidad (“Por qué no te callas”… blablabla) Pues lo siento, pero me supo a yogurt caducado.
Igual tenía gracia en la época de Marisol, pero este humor ya está superado.
En cuanto a la dirección, creo que le faltó arriesgarse. Ya que eliges un texto absurdo y casposo, lánzate a la piscina, y aprovecha más el elenco fabuloso del que te has rodeado. Que no se quede en caricaturas facilonas que no aportan nada.
Sobre la interpretación de los actores, no voy a entrar mucho. Se veía talento, aunque desaprovechado. Siempre que me topo con una obra con la que no conecto pienso en las actrices y los actores, y en que bastante hacen con tener que defender un texto regulero y, con lo poco que ganan, pagar las facturas del mes.
Tenían gran capacidad gestual, buenas voces y gran agilidad escénica. Y alguna risa sí que lograron arrancar del público.
Además, varios de ellos son caras conocidas de grandes trayectorias. Que eso siempre suma espectadores.
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Te gustará si eras muy fan de “Hostal Royal Manzanares” o te tronchabas con “Arturo Fernández”.
Pero si no eres de ese palo, son 90 minutos prescindibles que, si además ves con las gafas violetas, rozan el casposismo: ¿De verdad nos siguen viendo a las mujeres tan imbéciles como los personajes que defienden Lola Moltó y Marta Chiner? Ay señor, cuánto nos queda por hacer.