Valeria Ambrosio dirige este drama en forma de monólogo/concierto con Solange Freyre como protagonista absoluta. Es sorprendente como Ambrosio ha sabido, con habilidad de artesano, transmitir al patio de butacas y a cada uno de los espectadores, el apabullante aburrimiento de la vida de esta ama de casa. Un tedio que se hace visible en cada una de sus quejas, en cada uno de sus lamentos, en cada una de sus canciones. Una obra de teatro que va mas allá de la mera representación en la que el espectador ve lo que siente el personaje en escena; en esta función, Freyre consigue hacer vivir y experimentar al espectador el hastío mas absoluto de la vida que tiene. Vida que por otro lado ha elegido y de la que no está dispuesta a huir, tan solo a anhelar un cambio. Freyre, acompañada de un brillante Juan Sánchez al piano, ríe, canta y se queja a lo largo de una función que estremece al espectador con canciones de todos conocidas y de las que Freyre hace una versión muy personal. En definitiva, mas que una función es una experiencia en vivo del sentimiento de colapso de una ama de casa.
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