Es difícil hacer una reseña teatral de Doble o Nada sin hacer spoiler así que permitidme que esta vez me quede en la superficie y, simplemente, os anime a aprovechar las funciones que les quedan en Madrid antes de su despedida y disfrutar la oportunidad de ver la magnifica y natural interpretación de Miguel Ángel Solá y Paula Cancio.
Como público nos «colamos» en el despacho de Ricardo (Miguel Ángel Solá), el director de un prestigioso periódico -cuya cúpula está formada íntegramente por hombres- y que se ve obligado a elegir un sucesor para el cargo. Entre los candidatos está: Miki (Paula Cancio), su favorita y con un curriculum impecable, y Beteta, un compañero de Miki que cuenta con un expediente salpicado de irregularidades y más que cuestionables prácticas laborales. Cualquier persona entre el público sabría a quién escoger pero en este despacho hay mucho más que un ascenso en juego.
Doble o Nada es una obra interesante, calmada pero con una tensión que sobrevuela de principio a fin. Una tensión aderezada con mucha sal y pimienta que la convierte en tramposa y laberíntica. En Doble o Nada se ponen en evidencia relaciones laborales abusivas, paternalistas y machistas y se invita a reflexionar sobre el poder, la intimidad, el techo de cristal, los limites en las relaciones laborales y, en especial, sobre la autoridad y la forma en la que se ejerce. ¿Cómo tiene que ser un/a jefe/a? ¿Cualquier persona puede llegar a lo alto de la pirámide? ¿Cuál es el camino? ¿Un buen jefe nace o se hace? ¿Puede haber varias formas de autoridad o solo hay una forma de ejercerla? ¿Hay que doblegarse y «cambiar» para llegar al poder? ¡Abran juego señoras y señores! Se admiten apuestas.