Paula Cancio y Miguel Ángel Solá son los protagonistas de doble o nada. Una obra que te dejará pegado al asiento y enmudecido en más de una ocasión.
Si, muchos de vosotros y vosotras al leer la sinopsis diréis ¡ya lo he visto todo! o ¿qué tiene que ofrecerme que no haya visto?
Unas interpretaciones fascinantes, unos giros constantes e imprevisibles y abordar la realidad de manera distinta, bajo otro prisma, bajo dos miradas, pero al mismo tiempo que se van alejando y se van acercando en la historia.
Es un juego constante entre el director del periódico (Miguel Ángel Solá) y la subdirectora (Paula Cancio), pero es que en la obra se tratan temas tan serios y delicados como son: el techo de cristal, los abusos de poder, el juego sucio, etc.
Me gusta que los dos protagonistas dialoguen, discutan y pongan sobre la mesa sus puntos de vista, ya que en muchas ocasiones y en la vida real sería inconcebible esta charla amistosa ¿o no?
Muchas de las palabras o frases que se emplean en la obra se clavan como cuchillos en tus oídos y te incomodan, haciendo que te revuelvas en tu asiento en más de una ocasión.
Ojalá que todas las personas que pasen por los teatros Luchana para ver doble o nada, saliesen con el chip cambiado, saliesen con otra mirada y dispuestos/as a dar un golpe sobre la mesa.
El texto de Sabina Berman es muy poderoso, pero las interpretaciones lo son más y forman una unión perfecta, porque no cualquier actor y actriz valen para dar vida a los protagonistas.
Unos 90 minutos que se hacen cortos y de los que diré que me hubiese gustado parar la función en un par de ocasiones y anotar todas esas frases que me hicieron sobrecogerme en mi butaca.
La calidad de la obra es enorme y no me es extraña para nada el abrumador éxito obtenido. Necesitaba una obra de esta crudeza y tenía mis reticencias, ya que las expectativas eran altas, pero las ha cumplido con creces.