Me encanta ir al teatro sin ningún tipo de expectativa y salir de la sala con una sonrisa de oreja a oreja. Tenía muchas ganas de ver Don Gil de las Calzas Verdes, por la obra en sí, que no la había visto nunca, y por el teatro en el que se representa: el Corral Cervantes, en el Matadero. Lo había visto por fuera y ya me había dejado impresionada, con todos esos fardos de paja, y tenía mucha intriga por ver cómo sería por dentro. Es una sala muy diferente, y le da un aire especial, ideal para representar teatro clásico.
La obra es una delicia, un chorro de aire fresco en estos días calurosos que tenemos por la capital. Es una adaptación realmente bien hecha, bastante fiel a la original, pero con sutiles pinceladas que la acercan al presente (me encantó el vestuario, mezclando pololos y ropajes más clásicos con botas de boxeo o gafas de sol. ¡Brillante!).
Todos los actores lucen en la obra, te atrapan, no quieres ni pestañear, por no perderte nada de lo que pasa en el escenario. Una obra con 7 personas en escena, en la que gran parte del elenco realiza diferentes papeles, con tan buena ejecución, bien merece alabanza.
La comedia nace del texto, por supuesto, pero crece gracias a la dirección de Laura Ferrer. El padre de Inés bien podría ser un dibujo animado, con esos ropajes y esos movimientos tan caricaturescos; Doña Clara es otro gran ejemplo, convertida en un personaje satírico interpretado por un actor en lugar de una actriz.
Pero no nos quedemos solo en la comedia, podemos hablar también del papel de Doña Juana, una mujer que, viendo que su prometido se va a Madrid a casarse con otra mujer que tiene más dinero que ella, viajará hasta la capital, engañando a todo el mundo, buscando venganza y volviendo locos a casi todos los personajes. Tiene Doña Juana mucha fuerza, mucho poder de decisión, cosa destacable en un personaje femenino, teniendo en cuenta que hablamos de una obra del siglo XVII.
No quiero terminar sin hacer una mención especial a la parte musical, otra manera sobresaliente de mezclar lo clásico con lo más actual.
Estamos, sin duda, ante una gran adaptación del clásico de Tirso de Molina.